Las
24 horas de Spa-Francorchamps tienen una historia de prácticamente cien años, con su edición inaugural disputándose en 1924, solo un año después de las 24 horas de Le Mans. Tras años sin el evento y con dos décadas irregulares, la prueba ha tenido una edición anual de forma ininterrumpida desde 1964 pero
solo en una ocasión el resultado ha tenido verdadero sabor español. Fue en 1971, con la victoria de Álex Soler-Roig, aunque el contingente nacional tendrá posibilidades de hacer historia de nuevo este fin de semana. A pesar de haber empezado su andadura en 1924,
la edición de 1971 de las 24 horas de Spa-Francorchamps era la vigésimo cuarta de su historia, novena en el tradicional circuito de 14 kilómetros. A nivel de inscripción, contaba con una buena lista que incluía marcas como BMW -con una fortísima apuesta y diez unidades del 2800 CS-, Ford, Alfa Romeo y Mercedes. Este último coche tenía la historia más curiosa, con muchos pilotos rechazando pilotarlo en competición. La marca alemana ofreció entre otros al mítico Gijs van Lennep competir con el espectacular 300 SEL 6.8 AMG, pero también en este caso fue rechazado. El motivo principal era el elevado peso que lo convertía en una opción
a priori poco competitiva para la carrera. Junto a todos estos coches, también participaban un Citroën SM y
un Chevrolet Camaro que sorprendió a todo el mundo con una velocísima pole position, cinco segundos por delante del segundo clasificado.
En tercera posición en parrilla se encontraba el Ford Capri RS 2600 número 22 pilotado por Álex Soler-Roig y Dieter Glemser, uno de los tres coches inscritos por Ford Köln. La salida la tomó el piloto alemán, logrando además situarse en primera posición en los primeros metros. Las carreras de 24 horas no se ganan en la salida pero poder liderar el grupo en los primeros compases, pasando Eau Rouge en cabeza era algo realmente especial. Tras Glemser, el Camaro de Grauls y Hoffmann empezó a presionarle. Para el pequeño Ford Capri fue imposible frenar el avance del coche norteamericano pero tanto empuje tuvo un castigo cuando el exceso de temperatura del motor causado por el elevado ritmo de carrera inicial acabó provocando una fuga de aceite que le hizo perder una importante cantidad de tiempo. Mientras tanto,
los Capri estaban rindiendo bien y siendo más fiables de lo que se habían mostrado en pruebas anteriores para regocijo de los equipos y pilotos de Ford. Mientras tanto,
era precisamente la fiabilidad la que había eliminado a los rivales, como los Opel Commodore con problemas en la bomba de gasolina. Los BMW sufrían con sus cajas de cambios y tras el mencionado asunto de temperatura y fuga de aceite del Camaro, en cabeza quedaban dos Ford Capri con el Mercedes de AMG en una sorprendente tercera posición. Desafortunadamente, más allá de la emoción de la carrera, también hubo espacio para la fatalidad tras un accidente durante la noche en el que perdió la vida Raymond Mathay.
La mañana del domingo parecía ser favorable a los Capri, con el número 22 de Soler-Roig y Glemser en primera posición pero el coche que rodaba segundo se vio obligado a abandonar, hecho que aumentaba la presión sobre el coche líder y sus pilotos. A pesar de ello,
la máquina aguantó y tras 24 horas de intensa carrera, Álex Soler-Roig se convirtió en el primer español en ganar la cita belga, junto a Dieter Glemser. Fue también una victoria importante para Ford, al ser la primera de las seis obtenidas a día de hoy.
Tres vueltas por detrás, el pesado Mercedes de Hans Heyer y Clemens Schickentanz demostró a todo el mundo que más allá del peso también existe la fiabilidad y que en una carrera de este tipo, incluso el coche menos pensado puede obtener un gran resultado. Fue una segunda posición casi tan celebrada como la victoria de Ford, imponiéndose además los alemanes al ejercito de Alfa Romeo que finalizó en tercera, cuarta y quinta posición aunque a más de veinte vueltas del ganador. La carrera fue una auténtica prueba de resistencia y de los más de 60 participantes,
solo 19 estaban aún en marcha tras las 24 horas, clasificándose 18 de ellos. El resultado entre los altos árboles de las Ardenas justificaron que la pareja de Soler-Roig y Glemser estuviera en las 24 horas de Le Mans de 1972 con un Capri aunque como siempre, esto sería una historia para otro día, al igual que el tercer puesto de los campeones en la cita de Spa de ese mismo año.