El español fue cuarto en Long Beach
Aunque 2021 ha sido una continuación de su año de rookie, a Palou no le tembló el pulso para conseguir uno de los campeonatos de monoplazas más prestigiosos.
Era el año. Su llegada en 2020 al campeonato norteamericano había supuesto toda una revolución, hasta el punto que su descaro y sus buenas actuaciones incluso en circuitos óvales le abrieron la puerta de una de las grandes estructuras dentro del automovilismo estadounidense. Chip Ganassi le abría las puertas de un equipo plagado de estrellas, en el que precisamente le iba a tocar batallar con un seis veces ganador del campeonato de las IndyCar Series, Scott Dixon.
En ningún momento Álex Palou se amilanó. Recuperados en buena parte del primer año de la pandemia, el campeonato configuró un calendario con más circuitos ruteros que nunca, llamando a las puertas a una nueva generación de talentosos pilotos europeos que decidían cruzar el charco para competir contra los principales referentes del continente americano. Palou cayó de pie dentro de la estructura y después de haber soportado de manera ejemplar los baches habituales en una campaña con tantas carreras, se plantó este fin de semana en Long Beach teniendo a tiro su primer gran título internacional en monoplazas.
Necesitaba un undécimo puesto en carrera, el cual se convirtió en un decimosegundo después de que Pato O’Ward, uno de sus dos rivales, no consiguiera la Pole que, si obtuvo el tercero en discordia, el dos veces Campeón Josef Newgarden. Ganassi contra McLaren y Penske, mucha historia entre los tres equipos candidatos a la gloria. La actuación de Palou este domingo en las calles de Long Beach fue un trabajo repleto de madurez e inteligencia. Cuando restaban casi 20 vueltas para el final estaba ya posicionado en la cuarta plaza en la que vería la meta, por lo que se mantuvo ajeno a cualquier problema y agarró con las dos manos lo que es el primer título de la IndyCar para un piloto español.
La experiencia del barcelonés hace dos años luchando por el triunfo en la Super Formula japonesa sin lugar a dudas ha jugado favorablemente para afrontar estos instantes decisivos con tanta calma. O’Ward estuvo lejos de las posiciones de honor después de que Ed Jones se lo llevara por delante, mientras que Newgarden, con mucho más bagaje competitivo y la veteranía de ya tener dos títulos en sus vitrinas se mantuvo cerca de luchar por el triunfo final con Colton Herta a la espera de que Palou pudiera venirse abajo. No ocurrió y tuvo que conformarse con ganarle la partida a O’Ward (parado en boxes con un palier roto) para ser subcampeón.
El automovilismo español de esta forma consigue entrar en un territorio prácticamente inexplorado, donde otros pilotos como Oriol Servià desarrollaron gran parte de su carrera y obtuvieron grandes resultados, sin embargo, y a pesar de que el también catalán fue subcampeón de la Champ Car, tuvimos que esperar hasta que Palou completara un hecho histórico para los pilotos nacionales, a los que prácticamente sólo les queda ganar la prueba más importante del automovilismo estadounidense en monoplazas, las 500 Millas de Indianápolis, uno de los tres puntales de la Triple Corona junto a las 24 Horas de Le Mans y la victoria en el Gran Premio de Mónaco de Fórmula 1.
La Copa Astor se suma de esta manera a los éxitos de nuestros deportistas más allá de nuestras fronteras durante las dos últimas décadas, con las victorias en las 24 Horas de Le Mans de los Marc Gené, Fernando Alonso y Antonio García, los dos títulos de Campeón del Mundo de Fórmula 1 del ovetense, el cual también consiguió sumar el del WEC. Carlos Sainz y Nani Roma se coronaron en el Dakar, Dani Sordo, Dani Solá y los hermanos Solans en el Mundial Júnior del WRC, así como el éxito de Xevi Pons en el SWRC, las victorias de Sordo en el WRC o la primera victoria de etapa para Cristina Gutiérrez dentro de la categoría Side-By-Side.