El pasado sábado 20 de enero,
Carlos Sainz sumaba una muesca más a su revolver. El apodado cariñosamente como “El Matador”, sobrenombre que el madrileño ha reconocido en más de una ocasión que no es del todo de su agrado, sumaba junto a Lucas Cruz
su segunda victoria absoluta en el Rally Dakar. Lo que podía ser el broche de oro para una carrera deportiva llena de éxitos puede que sólo sea una victoria más para los más de 30 años que lleva Sainz al volante de un coche de competición.
Forjado en la Copa Panda, este prometedor jugador de pádel, modalidad de la que se convirtió en Campeón de España, dio su gran salto a la copa monomarca de la firma de Martorell. Fue el inicio, la ocasión para darse a conocer y algo que le terminaría abriendo
las puertas de los rallies regionales primero y posteriormente de los nacionales. Ya durante esa primera parte de su carrera como piloto profesional, Sainz fue consciente de lo importante que era prepararse en todos los terrenos, por lo que se convirtió en habitual verle con muchos frentes abiertos, también en circuitos, compaginando sus participaciones en el Campeonato de Castilla con pruebas de Turismos y la Fórmula Ford Británica. A todas estas experiencias
le siguió el debut en el Campeonato de España de Rallies, esta vez como piloto oficial de Renault España y en unas temporadas en las que Carlos dejó más que demostrado su talento, corriendo en muchas ocasiones con monturas inferiores a la del resto de pilotos de cabeza y enfrentándose a grandes nombres de la especialidad como Salvador Servià, Antonio Zanini o el italiano Tabaton.
Sainz seguía en continua formación durante aquellos años, consiguiendo
dos subcampeonatos de España y haciendo sus primeros pinitos sobre tierra, superficie a la que rápidamente se adaptaría a pesar de contar con un mayor bagaje de kilómetros y de éxitos sobre asfalto.
La temporada 1987 sin duda sería clave para su salto internacional después de decidir fichar por Ford, marca con la que competiría en sus primeras pruebas del Mundial además de alzarse con su primer título Nacional, que vendría seguido de un segundo sólo un año más tarde. Al volante de un Ford Sierra Cosworth de tracción trasera, Sainz disputaría su primera prueba del WRC ese mismo año en el
Rally de Portugal de 1987 hace ya más de tres décadas. Es inevitable recordar cómo fue capaz de
lograr su primer scratch en el tramo con el que se daba inicio la prueba lusa, una superespecial disputada en el Circuito de Estoril. Conseguiría otro mejor tiempo parcial en la sexta especial, sin embargo, la mecánica no aguantaría y tendría que abandonar cuando estaba destapando con un deslumbrante podio. A partir de ese momento, Carlos Sainz disputaría 18 temporadas en el campeonato intercontinental, acumulando 26 victorias, 97 podios, 757 scratchs y dos títulos mundiales, ambos con Toyota. El piloto español fue considerado por sus propios compañeros como
uno de los grandes pilotos de la historia del WRC, especialmente como uno de los que lideraron el movimiento para acabar con los pilotos “especialistas”. Uno de los primeros latinos en adoptar la maniobra escandinava para pilotar sobre tierra, algo que le reportó grandes triunfos en dicha
superficie en la que Sainz ha logrado hasta 20 de sus victorias en el Campeonato del Mundo. Tiene el honor de ser uno de los pocos nórdicos que ha conseguido ganar en el país de los “finlandeses voladores”, algo que comparte con nombres como Sébastien Loeb, Sébastien Ogier, Didier Auriol, Markko Martin y Kris Meeke.
Sin embargo, su palmarés llega incluso más lejos después de haberse anotado un
Campeonato Asia-Pacifico en la temporada 1990 (año en el que también lograba su primer título Mundial) después de su victoria en el Rally de Nueva Zelanda y el segundo puesto cosechado en Australia al volante del Toyota Celica GT-4. Más allá de los rallyes de velocidad, el madrileño se alzó con la
Copa del Mundo FIA de Rallies Cross-Country en la temporada 2007, cuando ya formaba parte del equipo Volkswagen Motorsport, su primera gran victoria dentro de los rally-raids antes de alzarse con el Dakar 2010. Más allá de todas estas victorias, la carrera de Sainz ha estado marcada por su gran labor como probador de coches, algo que le llevó a desarrollar vehículos durante el último lustro tan distintos como el
Peugeot 3008 DKR o el Volkswagen Polo R WRC con el que Sébastien Ogier se anotó cuatro de sus cinco títulos. Además, es uno de los pocos pilotos capaz de presumir de haber podido pilotar en circuito vehículos como el Toyota GT-One de resistencia o el Reanult R25 utilizado por Fernando Alonso en la temporada 2005 del Mundial de Fórmula 1, privilegios que sólo se le dan a uno de los mejores pilotos de la historia. En total,
más de 30 años compitiendo al máximo nivel para uno de los pilotos que fue capaz de adaptarse a las características de los raids y conquistar dos tuaregs con ocho ediciones de diferencia (el segundo de ellos a los 55 años de edad) con conceptos de vehículos radicalmente opuestos como lo son el
Volkswagen Race Touareg y el Peugeot 3008 DKR Maxi. Precisamente él fue uno de los pilotos que decidió endurecer el ritmo que hasta ese momento se había mantenido en el Rally Dakar africano, lo que llevó a que los ganadores pasaran a determinarse prácticamente por segundos en lugar de por horas como era tradicional en una prueba que duraba dos semanas.