Heikki Kovalainen hizo historia el pasado fin de semana en el Twin Ring Motegi de Japón al convertirse en campeón del Super GT. El finlandés, que obtuvo el título en su segundo año en la categoría, es el quinto piloto de Fórmula 1 en conseguir tal hazaña tras haber pasado por la categoría reina y sigue los pasos de David Brabham, Érik Comas, Tora Takagi y Ralph Firman. Pero eso sí, es el primer ganador de un gran premio de Fórmula 1 en conseguirlo. Los pilotos del Team Sard llegaban a Motegi para la última cita del año en cuarta posición de la general, a once puntos de los líderes aunque con opciones razonables de ganar teniendo en cuenta que
el pasado fin de semana hubo dos carreras en lugar de la única habitual. A causa del terremoto en la región de Kumamoto a principios de año, el trazado de Autopolis había quedado dañado y la dirección del campeonato "dobló" el evento de Motegi para compensar. Con cuarenta puntos en juego,
hasta trece coches de los quince que compiten en el GT500 tenían opciones matemáticas de llevarse el título. Pero todas las miradas se centrarían en los cinco primeros clasificados, con quince puntos entre ellos. Un solitario Nissan GT-R al frente del campeonato y la armada de Lexus con cuatro coches manteniendo opciones reales de ganar. En ese sentido, la primera carrera tenía que servir como criba para dejar a los más débiles fuera de la lucha.
La victoria en esa primera carrera el sábado fue sorprendentemente para el Nissan GT-R de Kondo Racing, con neumáticos Yokohama. Esto les dejaba a 19 puntos de los nuevos líderes... Heikki Kovalainen y Kohei Hirate a bordo del Lexus RC F del Team Sard con los colores de Denso. Aún así, el resultado limitaba la lucha de verdad por el campeonato a tres coches: los Lexus del Team Sard y Team LeMans y el Nissan de NISMO que había ganado los títulos de 2014 y 2015. El gran atractivo del Super GT en las últimas carreras viene en el cambio dentro del lastre. A lo largo de la temporada, los coches llevan tantos kilogramos de peso extra como puntos tienen, multiplicados por dos.
En la penúltima carrera se elimina ese multiplicador, mientras que en la última se eliminan todos los lastres. El objetivo es, entre otras cosas, evitar que los resultados queden completamente falseados por el peso añadido y permitir que los coches más competitivos se luzcan en esa última carrera aún manteniendo la igualdad. En esas condiciones,
lo lógico habría sido esperar que el Nissan GT-R número 1 fuera capaz de luchar por la victoria. No en vano fueron Ronnie Quintarelli y Tsugio Matsuda los ganadores de la primera y segunda carrera. Aún así en Motegi su rendimiento fue terrible y solo consiguieron ser séptimos. Así, la lucha por el título se convirtió en algo casi inexistente al mediar Lexus entre sus dos coches. Aunque la marca permitió batalla durante la primera parte de carrera, la bloqueó en las últimas vueltas para evitar un doble accidente que regalara el título a Nissan. Heikki Kovalainen y Kohei Hirate se convirtieron tras ganar la última carrera del año -
primera victoria de "Kova" en Japón- en los nuevos campeones del Super GT en su categoría principal, el GT500, tras vencer en su Lexus con los colores de Denso al Lexus Wako's de Andrea Caldarelli y Kazuya Oshima, en segunda posición. En un día magnífico para Lexus y Toyota, los otros RC F del Team WedsSport y TOM'S -estos últimos con dos máquinas- cerraron el top 5. Un resultado ideal para Lexus tras haber sido batida en el último suspiro por Nissan en 2014 y 2015 y
la forma ideal de retirar el RC F que no competirá en 2017.
En su lugar entrará el
Lexus LC500, que se adaptará a las nuevas normativas aerodinámicas que se introducen el próximo año en la categoría. También
Honda realiza cambios a su máquina, olvidándose de la palabra "Concept" que su NSX ha lucido desde 2014. Para el año que viene llegará ya la versión definitiva de su modelo, con un aspecto espectacular. Finalmente,
Nissan será la marca más continuista, con un GT-R muy parecido al que compite hoy en día. Aunque los cambios aerodinámicos también estarán a la vista. En cuanto al
GT300, la categoría pequeña del Super GT, también se hizo historia con el título -victoria mediante- de un Toyota 86 muy especial puesto que en realidad se trata de un "chasis estándar" construido por Dome que muy poco tiene de Toyota salvo la marca. Con ese chasis compartido con otros equipos que lucen otras marcas, una carrocería desarrollada a propósito para competir en el campeonato y un motor Nissan como el que se usa en LMP2, poco se podría considerar el coche como un Toyota.
El campeonato de 2016 es el primero en GT300 ganado por un coche con el chasis de este tipo, dando además una gran alegría a Takeshi Tsuchiya, piloto y jefe de equipo del VivaC Team Tsuchiya. El veterano piloto japonés había anunciado su retirada como piloto a tiempo completo para 2017 y en este 2016 consiguió finalmente su primer título en el Super GT. Una última oportunidad bien aprovechada mientras el campeonato mira ya hacia el próximo año con las emociones que nos esperan.