La temporada 2017 de la NASCAR arrancó este fin de semana con . Exponente máximo de lo que es este certamen,
el triunfo fue a parar a manos de un ya veterano como Kurt Busch tras una carrera en la que los múltiples accidentes, excesivos incluso en una carrera de estas características, amenazaron con diezmar la parrilla mucho antes de que cayera la bandera a cuadros. Se puede trazar un paralelismo entre cómo fue la carrera y el estado actual de la NASCAR. No están siendo unos meses plácidos para la NASCAR. El campeonato estadounidense de 'stock cars' es siempre nombrado como un ejemplo de éxito comercial y deportivo dentro del mundo del motor.
Pero también tiene sus miserias. Tras la cortina que supone la llegada de un patrocinador principal como Monster Energy y la cantidad de pegatinas que decora cada uno de los coches participantes, también hay un mar de dudas.
En los últimos dos años se ha presenciado la retirada definitiva de dos de sus grandes figuras, Jeff Gordon y Tony Stewart. Otra más, Carl Edwards, optó por no competir en 2017 y ceder su volante al mexicano Daniel Suárez. Y el ídolo de masas, Dale Earnhardt Jr., , se perdió buena parte de 2016 por una conmoción cerebral. Sí,
siempre se podrá decir que en pista permanece una leyenda como Jimmie Johnson, pero el californiano jamás ha conectado del todo con la tradicional afición sureña. Más allá de los grandes nombres, otros síntomas indican que la NASCAR no pasa por su mejor momento. Danica Patrick, a quien es cierto que los resultados no acompañan, se encuentra en un lío judicial con el que era su patrocinador principal y sólo un rescate de Ford ha podido asegurar la continuidad de su programa completo en la categoría. Y cada vez son más los medios norteamericanos que
atacan el oscurantismo de la familia France, dinastía al frente de la NASCAR, a nivel de audiencias y asistencia a los circuitos.
Por ello no deben extrañar las múltiples . La última de ellas puede considerarse incluso toda una afrenta al espíritu del automovilismo:
carreras divididas por segmentos, que varían en función de cada prueba y circuito, realizándose así sprints intermedios a imagen y semejanza de las metas volantes de las pruebas ciclistas. Todo sea por mantener el interés de carreras que suelen rondar las tres horas cada fin de semana. En todo caso y aunque sí hubo lucha por cada uno de los tres segmentos de la Daytona 500, la primera carrera de la temporada no mostró grandes cambios estratégicos en busca de esos puntos a mitad de carrera. Y es que
el premio gordo compensaba sacrificar todo lo demás. Entre tanto accidente, al final emergió Kurt Busch tras una penalización por exceso de velocidad en el carril de boxes para superar a un Kyle Larson corto de carburante y lograr así el triunfo en el estreno de la asociación Ford/Stewart-Haas. Una vez pasada la euforia de su cita estrella toca ver qué rumbo toma la NASCAR en este 2017.