Desde el año 2014, el automovilismo tiene una nueva competición de perfil alto y gran renombre. A pesar de ser un campeonato inaugurado hace apenas un año y medio que tan solo está en su segunda temporada,
la Fórmula E cuenta con un concepto lo suficientemente innovador y con equipos y pilotos de renombre suficiente como para haber asaltado las portadas de las publicaciones del mundo de las carreras. Pero, ¿qué les espera de cara al futuro? El mundo del automovilismo nunca es fácil para un nuevo campeonato con ansias de innovar, mejorar su rendimiento y expandirse tanto como sea posible. Pero la Fórmula E cuenta con un elemento que tanto puede ser su ventaja como su perdición; utiliza motores eléctricos -evidentemente-. Aunque es una obviedad, hay que recalcarlo.
Se trata de la única competición internacional completamente eléctrica y eso es algo que les ayuda en términos de imagen.
Y a pesar de todo, ahí es donde está la gran contradicción de la Fórmula E. Aunque se vende a sí misma como una competición "verde", la realidad es algo distinta.
Es evidente que lo aprendido en estos coches eléctricos puede terminar aplicándose a los coches de calle y en ese sentido, es un caso clásico de I+D de carreras aplicado a la producción. Pero todo ese desarrollo genera una situación con más contaminación de la que a veces el público se da cuenta. La Fórmula E cuenta aún por ahora con la friolera de cuatro coches por equipo por fin de semana. Cada piloto debe usarlos los dos tanto en las sesiones clasificatorias como en carrera. Eso no debe ser ningún problema de entrada pero los monoplazas deben ser transportados, lo que implica una cantidad extra de camiones que evidentemente, sí funcionan con motores de combustión. Lo mismo que
los generadores que cargan las baterías que usan los coches, que funcionan con gasóleo.
Pero a pesar de las contradicciones, lo que es innegable es que el producto de la Fórmula E ha resultado atractivo para el público algo más casual. Los circuitos tienen una buena cantidad de espectadores, toda la actividad en pista se da en un día -lo que reduce el impacto de la carrera en la ciudad- y los fabricantes están interesados.
El último en entrar es Jaguar, que debutará con su equipo en la competición a finales de año, en la próxima temporada. Adicionalmente, la acción es entretenida. Aunque los coches no son muy veloces -ruedan en tiempos que quedan entre un Fórmula 4 y un Fórmula 3-, los pilotos son de talla mundial.
En cuanto al futuro de la categoría, pasa por seguir creciendo y aprovechando la presencia de las marcas, equipos y pilotos famosos. El tirón que pueden generar puede ser suficiente como para que las marcas inviertan cada vez más y los chasis y motores vayan evolucionando.
En los planes de futuro se encuentra un aumento de potencia del 25% de los monoplazas para dentro de tres años -actualmente el coche tiene 200kW de potencia, esperándose 250kW de cara a la quinta temporada-. Mientras tanto, para la próxima temporada sí habrá algunos ligeros cambios para mejorar el rendimiento de los coches. El primero será el aumento de la cantidad de energía regenerable mientras que el segundo será la reducción de peso, de los 888kg actuales a 880. Tras una primera temporada exitosa y una segunda que empieza con buen pie, la Fórmula E se encuentra en un momento crucial de su vida. El campeonato debe seguir reinventándose. Mantener a los equipos y pilotos debe ser uno de los objetivos, mientras que ampliar el nivel de tecnología del campeonato.
Con unos monoplazas aún subdesarrollados, deben seguir hacia adelante. ¿Pero será el camino adecuado seguir con el chasis único o abrirán la puerta a que los equipos diseñen sus propios monoplazas al completo?