A lo largo de las últimas semanas, Charles Leclerc -campeón de la GP3 en 2016- estuvo en pista en los circuitos de Abu Dhabi y Bahréin para ayudar a poner a punto el coche de la
GP3 de cara a la temporada 2017. El trabajo se centró en varias
pruebas con distintos sistemas de DRS para elegir el que la categoría incorporará el próximo año. Es uno de los primeros pasos que se dará para parecerse más a la Fórmula 1. El piloto monegasco dio vueltas por "valor" total de más de 2.600 kilómetros. Ello se debe a que más allá de probar dos sistemas de DRS distintos -quedó más satisfecho con el segundo, algo más parecido al que usa la GP2-,
también probó varias opciones de compuestos de neumáticos Pirelli de cara al próximo año. Su condición de campeón de la pasada temporada le permite probar al ser el único piloto cuya participación en la GP3 es 100% imposible -el campeón no puede volver por normativa-. De hecho, Leclerc estará en 2017 en la GP2, que también prepara cambios en el futuro para asemejarse más a la categoría reina.
El próximo año el Dallara GP2/11 entrará en su séptima temporada de servicio al campeonato. Teniendo en cuenta que la GP2 comenzó en 2005 y que los dos primeros modelos duraron cada uno tres años, eso significa que cuando termine 2017, se habrá visto más temporadas con el GP2/11 que con todos los demás juntos. Es el resultado de la situación económica global en el mundo del automovilismo.
Pero el equipo de Bruno Michel cree que ha llegado la hora de dar un paso hacia adelante y aunque el estado de salud económica de "sus" equipos es prioritario, el campeonato no puede quedarse atrás mientras la Fórmula 1 sigue evolucionando. Por ello a lo largo de 2017 se desarrollará el nuevo monoplaza que la categoría deberá estrenar al año siguiente. Pero
el cambio para 2018 será mucho mayor que cualquiera que la categoría haya vivido antes. Más allá de estrenar el nuevo chasis -debería llamarse Dallara GP2/18-,
la categoría tendrá por primera vez desde 2005 un nuevo motor. Tras trece años en uso, el Mecachrome V8 4.0l dará paso a un nuevo
propulsor V6 biturbo de inyección directa que en cierta forma llevaría a la categoría a un punto más parecido a la Fórmula 1. Tras meses de debate se decidió no tomar el camino híbrido para evitar que los costes escalaran de la misma forma que ha sucedido en la máxima categoría desde 2014. Mientras tanto, la GP3 y Pirelli evaluarán las conclusiones sacadas en los test recientes con Leclerc para poder producir unos neumáticos que permitan sacarle el máximo rendimiento al coche. La GP2 tendrá que hacer un trabajo similar para 2018 ya que un propulsor nuevo implica una transferencia de la potencia al asfalto distinta y por ello el fabricante italiano tendrá que empeñarse de lo lindo. Por lo menos
hay una cosa clara: el camino será parecerse aún más a la Fórmula 1.