Camino a las 24 horas de Daytona de 2018, se repite como una triste letanía que una victoria de los LMP2 —y por ende, de Fernando Alonso o Dani Juncadella— es imposible el próximo fin de semana. Probablemente sea así y lo más normal será que alguno de los DPi se lleve la victoria, siendo los Cadillac los grandes favoritos. Pero las 24 horas de Daytona suponen un gran desafío para hombres y máquinas, como lo ejemplifica
la edición de 2003, en la que un GT logró imponerse a las máquinas de la clase Daytona Prototype. Claro, que todo tiene una explicación y en el caso de 2003 fue un ejemplo del Modelo del queso suizo en el que una serie de situaciones y eventos acabaron dando como resultado el hecho de tener al
Porsche 996 GT3 de The Racer's Group ganando la prueba con nueve vueltas de ventaja y a tres coches de la clase GT copando el podio. Mientras tanto, el primer Daytona Prototype se encontraba en cuarta posición. Eso sí, el hecho de tener solamente a tres de estos DP en marcha al terminarse la carrera era un indicativo de lo que había sucedido. Para el automovilismo norteamericano, 2003 fue un año importante al suponer
el debut de los nuevos Daytona Prototype. El objetivo era crear unos coches a imagen y semejanza de los prototipos que corrían en Europa pero con un estilo mucho más fiel al de las máquinas de carreras americanas. Grandes bloques con una enorme cilindrada y algo más toscos que sus elegantes inspiraciones del Viejo Mundo. Al final, su estética llamó mucho la atención y se convirtieron en unos de los coches más populares de las carreras estadounidenses hasta su fin en 2017. Pero como sucede en estas ocasiones, los problemas de juventud les plagaron.
Los nuevos prototipos dominaron las sesiones de entrenamientos libres y clasificatorios... a excepción del Corvette de Derhag Motorsports y el Mustang de Heritage Motorsports. Aún así,
la vestigial normativa de poner los coches de la categoría supuestamente más veloz en las primeras posiciones independientemente de sus registros hizo de las suyas, con lo que los seis DP participantes partían en cabeza. Siendo realistas, deberían haber salido desde el tercer, cuarto, octavo y décimoctavo puesto, con otros dos prototipos que no marcaron tiempo y debieron salir desde el fondo de la parrilla. Pero el Grand American Road Racing Championship quería promover estos nuevos coches que se convertirían en los dominadores en años venideros y por ello partieron en cabeza. La 'jugada' les pudo haber salido bien, pues
su ritmo en carrera era ligeramente superior al de los GT... pero también eran más frágiles. Los prototipos sufrieron problemas constantes a lo largo de las 24 horas y ello les quitó opciones de pelear por el triunfo. Los GT's no tuvieron rival, sin prototipos a los que batir, y la carrera vivió del duelo entre Porsche y Ferrari.
Finalmente,
el triunfo fue para uno de los coches menos esperados, el Porsche número 66 de The Racer's Group, un equipo con una larga historia en la competición norteamericana y con una alineción de lujo con Kevin Buckler, Michael Schrom, Timo Bernhard y Jorg Bergmeister pero que partía décimo sexto en parrilla. Su falta de errores, problemas técnicos y demás situaciones inesperadas les situaron nueve vueltas por delante del Ferrari de Risi Competizione de Ralf Kellenerse, Anthony Lazzaro y Johnny Mowlem, con el Porsche de Rennwerks Motorsports tercero.
El DP de Multimatic, cuarto, era el primer coche de su clase. Con chasis propio y motor Ford, tenía una alineación fantástica con David Brabham, Scott Maxwell y David Empringham. El coche número 88 había sido consistentemente el mejor prototipo pero los problemas impidieron que lograra estar más arriba, terminando a cinco giros del podio. Pero la carrera, en concepto, había sido una locura. Ganaba lo que esencialmente era un GT3, mientras los prototipos quedaban más atrás. A fin de cuentas,
los GT eran los coches menos competitivos en teoría, batidos por los DP, los SRP II (prototipos ligeros más 'a la europea') y los GTS, entre los que se encontraban los más rápidos en la sesión clasificatoria, varios coches de GT2 y hasta un Porsche 911 GT1. La lógica habría dicho que los GT no tenían ninguna opción pero en 24 horas siempre puede pasar de todo... aunque también es cierto que la igualdad entre las cuatro clases hacía que las diferencias fueran menores y por lo tanto, más salvables bajo circunstancias concretas.