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Las lágrimas de Enzo Ferrari

Las lágrimas de Enzo Ferrari

Enzo Ferrari, Gilles Villeneuve, Didier PironiCentímetros Cúbicos

Los grandes aficionados a la historia del automovilismo saben del particular carácter de Enzo Ferrari. Tratándose de un luchador que construyó un imperio en el mundo de la automoción y el automovilismo partiendo de la nada, sorprende poco escuchar sobre su duro carácter. Pero más allá de ser el "Don Vito Corleone" particular de la Fórmula 1, il Commendatore era un ser humano. Para cualquier hombre, la situación vivida durante la temporada 1982 de Fórmula 1 habría sido difícil de soportar. Pero aún más cuando hablamos de un Enzo Ferrari anciano -aunque aún luchador- con 84 años de edad y algo más blando que décadas antes. A sus órdenes tenía una Scuderia Ferrari con muchísimo talento tanto en el campo de la ingeniería como en el de los pilotos. El piloto del número 27 era Gilles Villeneuve, uno de los favoritos de Ferrari a lo largo de toda su historia. Para el fundador de la legendaria escuadra, el pequeño piloto canadiense era prácticamente como un hijo. Pero Enzo Ferrari tenía también una gran simpatía por Didier Pironi, piloto del número 28. El joven francés era carismático y siempre supo decir las palabras adecuadas en el momento adecuado.
Gilles Villeneuve y Didier Pironi 1982 | Centímetros Cúbicos
Ambos integrantes de la Scuderia Ferrari eran talentos de futuro... listos para ganar en el presente. Villeneuve había sido subcampeón en 1979 y fue uno de los protagonistas del año 1981 gracias a dos sensacionales victorias. En cuanto a Pironi, había llegado a Ferrari el año anterior aunque tuvo una temporada muy complicada. A pesar de todo, sus años en Tyrrell y Ligier demostraban su talento. Tras una pretemporada prometedora con el segundo año de su motor turbo, el inicio no acabó de ser el esperado. Renault tenía un coche especialmente veloz y parecían ser los favoritos para el título pero tenían una debilidad imporante... la fiabilidad -como siempre, de hecho-. Tras una doble rotura de Renault, Ferrari consiguió un espectacular doblete en San Marino, en una carrera con tan solo catorce coches por razones políticas. Pero lo que debería haber sido un día de festejo se convirtió en el principio del fin. Pironi desobedeció las órdenes de equipo de Ferrari, que pedían a sus pilotos que mantuvieran posiciones, y le "robó" una victoria a Villeneuve, que se sintió traicionado por su amigo y compañero, Marco Piccini -entonces director deportivo- y la propia Scuderia Ferrari. El canadiense falleció dos semanas más tarde en un accidente en el circuito de Zolder, en Bélgica.
Didier Pironi 1982 | Centímetros Cúbicos
A pesar de la gran tristeza de Enzo Ferrari, dicha situación eliminaba de forma dramática cualquier batalla interna entre los pilotos de la Scuderia. De la forma más cruel y literal, había llegado la paz. Tras tres carreras de "luto" para el equipo italiano, llegó el momento de encontrar a alguien que se subiera al Ferrari número 27. Era el camino a seguir si se querían ganar los títulos de pilotos y constructores. Ferrari necesitaba los puntos y Pironi, el apoyo. Las cosas mejoraron y desde que llegó Patrick Tambay, que había sido el mejor amigo de Villeneuve entre los pilotos, el rendimiento de Pironi se estabilizó. Una victoria en los Países Bajos y dos podios en las dos siguientes carreras para el ya destacado líder del mundial. Mientras tanto, Tambay sumaba valiosos puntos para el campeonato de constructores. Pero entonces llegó Hockenheim, sede del Gran Premio de Alemania. Durante una de las sesiones de entrenamientos del sábado, Didier Pironi golpeó al Renault de su compatriota Alain Prost y salió por los aires en un accidente muy parecido al de su difunto compañero de equipo. El francés tuvo mejor suerte y sobrevivió pero las lesiones recibidas en sus piernas tardaron años en curarse de forma aceptable -que no completa- y su carrera en la Fórmula 1 llegó a su fin de forma prematura.
Patrick Tambay 1982 | Centímetros Cúbicos
Harvey Postlethwaite, la mente creativa detrás del sensacional Ferrari 126 C2 no estaba ese fin de semana en Alemania sino que se había quedado en Maranello para seguir trabajando en evoluciones para el coche. El británico fue recibido en la oficina de Enzo Ferrari con las palabras "Addio mondiale". Adiós al mundial. El "capo" del equipo lo tenía claro; ganar se había vuelto imposible. Tras haber sufrido la pérdida de su hijo predilecto en mayo, en agosto veía como su otro piloto sufría graves lesiones y perdía toda opción a ser campeón del mundo. Ferrari, que nunca viajaba a las carreras pero las seguía siempre por televisión, pidió a Postlethwaite que mirara el Gran Premio de Alemania del día siguiente junto a él. Patrick Tambay ganó con el Ferrari superviviente. Y Enzo Ferrari lloró. Lágrimas fruto de la tensión, de la tristeza, de la alegría. Un sinfín de emociones que invadieron a uno de los hombres más duros de la Fórmula 1 en una de sus temporadas más horribles. Y luego, Enzo fue a buscar a sus trabajadores y se abrazó con todos ellos. Un verdadero "Don" italiano. Tan duro con los enemigos como patriarcal con los suyos. El broche de oro lo puso Mario Andretti, pilotando en lugar de Didier Pironi y marcando la pole position en Monza. Pero es es una historia para otro día...