El británico llegó a meta con un pinchazo después de un final de locos
La cuarta cita del Mundial de Fórmula 1 nos ha regalado uno de los finales más dramáticos de los últimos tiempos con tres pinchazos en las últimas dos vueltas.
La Fórmula 1 volvía a la actividad con el Gran Premio de Gran Bretaña, la primera de las dos carreras que se vivirán de forma consecutiva en el Circuito de Silverstone. Se llegaba con la demostración de fuerza de los Mercedes-AMG F1 durante la sesión de clasificación del sábado, pero que nos dejaría unas últimas dos vueltas completamente extenuantes, aunque con el mismo final que lo que se vivió en Estiria y Hungría, con Lewis Hamilton logrando su séptima victoria en esta pista y la 87ª en su carrera deportiva, cada vez más cerca de las 91 de Michael Schumacher.
Inicio de carrera muy accidentado, con la necesidad de sacar el Safety Car después de que Alexander Albon tuviera un toque con la parte trasera del HAAS de Kevin Magnussen que terminaría con el piloto danés contra las protecciones. El británico-tailandés completaba su mal fin de semana con una sanción de 5 segundos por provocar un accidente, aunque en su caso al menos podía continuar en carrera.
Esta aparición del coche de seguridad volvía a compactar la carrera, pero sería el accidente de Daniil Kvyat el que llevaría a que los pilotos hicieran su primer y único paso por boxes para colocar los neumáticos duros con los que llegar hasta el final. Mientras que las posiciones delanteras parecían muy establecidas, la batalla se centraba en ver qué competidores conseguirían completar el Top5, con un Romain Grosjean que se encontraba fuera de posición por no haber entrado a cambiar gomas.
El francés, uno de los responsables de la GPDA, volvía a sacar a pasear su vitola de uno de los pilotos más duros en pista, con varios movimientos antideportivos en sus intentos de defensa sobre Carlos Sainz, Lando Norris o Daniel Ricciardo. Con el otro monoplaza de la escudería estadounidense ya fuera de carrera, Grosjean recibía la advertencia bajo la bandera blanquinegra que de poco serviría ya que Romain mantuvo su estrategia de atrincherarse en su plaza realizando movimientos defensivos en frenada, algo prohibido por reglamento debido a su peligrosidad.
Sin un Racing Point desde el inicio después de que Nico Hülkenberg (en sustitución de Checo Pérez que había dado positivo en COVID-19) no pudiera comenzar la carrera por problemas en su monoplaza de índole técnicos y con Lance Stroll sufriendo mucho con el ritmo en carrera, la lucha por los puntos se abría a nuevos protagonistas, con Leclerc aguantando la cuarta plaza, seguido en este caso por Sainz y Norris y los dos Renault de Daniel Ricciardo y Esteban Ocon.
Cuando la carrera estaba ya cerca de terminar, un pinchazo de Valtteri Bottas le iba a suponer muchos puntos perdidos de cara a luchar por el título. Sin embargo, el finlandés no sería el único en tener esta suerte, con Carlos Sainz y Lewis Hamilton sufriendo lo mismo. El británico conseguía salvar los muebles, llegando a la meta a tres ruedas y con apenas cinco segundos de ventaja sobre un Max Verstappen que había decidido hacer una segunda parada para tratar de buscar la vuelta rápida. Charles Leclerc se aprovechaba del pinchazo de Bottas para ser tercero, por delante de Daniel Ricciardo y de Lando Norris, ambos beneficiados también por el problema de Sainz.
En Ferrari la noche y el día, con un Sebastian Vettel que se quedaba fuera de los puntos, undécimo, sin ritmo y protegiendo su plaza de Valtteri Bottas, pero por detrás de Alex Albon y Lance Stroll, los últimos integrantes del Top10. Los franceses, Esteban Ocon y Pierre Gasly eran sexto y séptimo. Carlos Sainz finalmente sería 13º, tras George Russel, en una carrera en la que se quedó sin premio después de una maravillosa salida.