En una prueba donde la sorpresa es cada vez más rara y sino también una legión de clientes, es complicado ver más allá, especialmente en la categoría de coches del Dakar 2017. Pero
esta carrera siempre ofrece historias alternativas, tanto en lo puramente deportivo como en quien busca superarse o simplemente llevar hasta la meta a su coche o su marca del alma. Ya van dos ediciones consecutivas en las que Peugeot, y MINI se reparten los diez primeros puestos de la general del Dakar. Es normal, son equipos con diferentes apoyos de las marcas que además hacen negocio dando salida a sus coches más viejos. Y además, al competir los galos con un buggy,
a los privados se les hace cuesta arriba el aprovechar los vacíos reglamentarios para destacar como hace unos años. Pero aún así hubo un piloto que estuvo a punto de dar el susto: Martin Prokop.
El checo, habitual del Mundial de Rallies, decidió tras un debut en 2016 a los mandos de un Toyota Hilux iniciar su propio proyecto: desarrollar un Ford F-150. Y acompañado por una copilota debutante aunque cargada de experiencia en el WRC, Ilka Minor, se quedó a las puertas de los diez primeros, 11º. De hecho, de no ser por una penalización de una hora a las primeras de cambio,
hubieran podido finalizar séptimos. Un resultado extraordinario si tenemos en cuenta que el equipo que cuenta con un mínimo apoyo de Ford en esta carrera es South Racing, la estructura con la que Xevi Pons brilló en la primera etapa, donde fue segundo, antes de abandonar. Su compañero Marco Bulacia sí finalizó la prueba en 20ª posición. Justo tras Prokop en la clasificación general acabó otro habitual del Mundial de Rallies, aunque en categoría WRC2, también al volante de un coche con corazón Ford:
el peruano Nicolás Fuchs participó con un HRX Ford (basado en el fracasado Mitsubishi Lancer de 2009 que cerró el dominio de la marca nipona en el Dakar) y fue el segundo mejor debutante, tras Conrad Rautenbach, que compitió al volante de un Toyota Hilux. Además el galo Éric Bernard brilló al volante de un buggy hasta que un inoportuno vuelco acabó con sus opciones de un Top 10. Terminó 17º.
Esta edición del Dakar 2017 será también recordada por el gran número de pilotos con algún tipo de discapacidad que tomaron la salida y acabaron llegando a meta. De todos ellos quizá el más sorprendente sea Philippe Croizon, también conocido por cruzar a nado el Canal de la Mancha
pese a sufrir años atrás la amputación de sus cuatro extremidades y quien con la ayuda de un joystick pilotó su buggy hasta alcanzar Buenos Aires. También vio meta el italiano Gianluca Tassi subido a un Ford Raptor acompañado por dos tripulantes. Pero obviamente entre los aficionados españoles más conocidos son el andorrano Albert Llovera, quien se volvió a poner al volante de un camión Tatra para acabar 24º de la categoría, e
Isidre Esteve, que regresaba al Dakar ocho años después tras colaborar en el desarrollo de un cojín inteligente que lógicamente le hizo algo más llevadera la prueba. Esteve de hecho corrió en la misma estructura que Cristina Gutiérrez, primera española que alcanza la meta del Dakar en coche, los dos al volante de sendos Mitsubishi.
Habrá quien opine que la cancelación de dos especiales fue clave, pero en este Rally Dakar también hubo un inusual número de coches curiosos capaces de completar el trayecto hasta el podio de Buenos Aires.
Bien conocida es la historia del Acciona 100% Ecopowered, el primer vehículo eléctrico que completa el Dakar.
Para este proyecto el dicho de “a la tercera va la vencida” se cumplió tras dos intentos fallidos en 2015 y 2016, aunque el alud en Jujuy estuvo a punto de dar al traste con su buen hacer en tramo. Además dos coches que gozan de la plena simpatía de los aficionados siguieron al completo el recorrido desde Asunción a Buenos Aires.
Diez años después el Fiat PanDakar por fin logró su objetivo. Nacido en 2007 como proyecto oficial, tras el abandono en aquella edición del Dakar con dos pilotos de renombre como Miki Biasion y Bruno Saby, Giulio Verzeletti retomó el proyecto con el sueño de completar un Dakar al volante de un coche italiano. Y lo logró al cuarto intento.
Pero si un coche ha despertado miradas curiosas y
suscitado un gran interés entre los aficionados y medios locales ese es el Rastrojero. José Antonio Blangino decidió realizar un homenaje en competición a este vehículo fabricado en Argentina hasta 1979 y muy empleado en el medio rural. Y propulsado por un motor V8 de Chevrolet Camaro y el apoyo incondicional de los tuercas argentinos terminó alcanzando una improbable 35ª posición final. Enhorabuena a todos.