Son muchos los millones de euros que se invierten en la puesta en marcha de
un programa deportivo de primer nivel. A las firmas les cuesta una gran inversión y meses de trabajo poner a punto las instalaciones, recurso mecánicos y humanos para
afrontar las exigencias de un proyecto en el Campeonato del Mundo de Fórmula 1, el WRC o el Mundial de Resistencia. Todo tiene que estar perfecto para conseguir el objetivo más deseado: la victoria. Cada tornillo, cada persona, cada elemento tiene que estar en el momento y el lugar indicado para ello. Obviamente esto hace que en ocasiones
se produzcan los fracasos más rotundos debido a una mala estrategia o un patrón con poca experiencia. En otras, hasta los montajes más grandes y prometedores pueden venirse abajo tras una mala temporada, un problema mecánico crónico por fallo en el diseño o incluso por una crisis económica. Es el momento de repasar
los World Rally Cars que más prometían y que se quedaron para la historia como algunos de los fracasos más sonados de la historia.
MINI JCW WRC:
Prodrive se lanzaba a la piscina realizando un estudio por ordenador para descubrir
qué coche se adaptaban mejor al nuevo reglamento técnico introducido en 2011. Los resultados apuntaban hacia el Countryman, algo que le hicieron saber a BMW (marca matriz de MINI), prácticamente obligándoles a iniciar un proyecto en el que los germanos nunca quisieron estar. Tras los primeros rallyes en la segunda mitad de la temporada,
el John Cooper Works WRC se mostró muy competitivo, pero mostraba una clara deficiencia en cuestión de potencia. La cuerda se estiró y tras una temporada completa en la que se llegaron a poner al mejor postor el segundo coche (al más puro estilo Fórmula 1) BMW dijo que no iba a poner más dinero, echando el cierre de un proyecto que no llegó ni tan siquiera a despegar.
Subaru Impreza WRC S14:
El peor cierre a la larga y exitosa saga de los Impreza. Precisamente, con motivo del pasado Rally de Gales se cumplían
10 años de que Petter Solberg consiguiera la última victoria de su carrera y la de la historia de Subaru en el WRC. El noruego fue el encargado de darle el último título de pilotos a una marca por la que pasaron nombres como Tommi Mäkinen, Carlos Sainz, Richard Burns, Colin McRae o Juha Kankkunen. Y precisamente ese fue el principio del fin. Tras levantar el trofeo en 2003, Petter aseguró que
tratarían de conseguir 10 victorias en 2004. Sin embargo se encontraron con un joven galo que se había echado al equipo Citroën a sus espaldas. El dominio de Sébastien Loeb y la firma de los dos chevrones estranguló a Subaru que no supo reaccionar (únicamente consiguieron ocho triunfos más entre 2004 y 2005). La llegada en 2008 del
nuevo diseño hatchback de Impreza coincidió con el comienzo de la crisis económica en Japón. Tras un año sin resultados, Subaru decidió echar el cierre a su equipo oficial y a su colaboración con Prodrive. Desde entonces no se ha vuelto a saber de ellos.
Suzuki SX4 WRC:
Prácticamente una situación similar a la de Subaru.
Suzuki decidió en 2007 dar un paso más y tras muchos años de experiencia con los coches de la categoría S1600 decidía tratar de seguir un camino que una década antes había intentado SEAT dando el salto de la Copa del Mundo 2 litros al World Rally Championship.
El SX4 tuvo como mejores resultados dos quintos puestos en 17 rallyes y ni la fiabilidad, ni la formación de pilotos (Toni Gardemeister y Per-Gunnar Andersson) fueron las necesarias para pensar en seguir con el programa a finales de 2008. Su salida y la de Subaru ponían el fin a la historia de las marcas niponas en el WRC. En 2017 Toyota recogerá el testigo.
Hyundai Accent WRC:
Los más jóvenes seguro que no habrán oído hablar de la primera intentona de la firma coreana en el WRC, pero antes de la formación dispuesta a todo que conocemos actualmente,
Hyundai tuvo un pasado poco exitoso en el Mundial de Rallyes. Con un departamento de competición en pañales, se decidió encargar al preparador, MSD la creación de una versión de rallyes del Hyundai Accent con el motor del antiguó Coupe Kit Car. Craso error. Además de los numerosos problemas mecánicos,
el Accent no llegó a ser en ningún momento competitivo, con la introducción de evoluciones a cuentagotas y sólo dos cuartos puestos en cuatro años. Las diferencias entre MSD y la sede de Corea del Sur se hicieron irreconciliables y a finales de 2003 se decidió echar el cierre a una aventura que se quiso retomar en tres años después, pero que no llegaría hasta 2014, año en el que el i20 WRC (diseñado y desarrollado por Hyundai Motorsport) se tomaría la revancha en forma de múltiples podios y la primera victoria de la marca en el Campeonato del Mundo, en el Rallye de Alemania.
Mitsubishi Lancer WRC:
La firma de
los tres diamantes fue el último de los equipos que decidió dejar de lado el Grupo A para dar el salto a los WRC, los cuales favorecían en parte a las marcas con un reglamento que no era tan restrictivo con el tema de las homologaciones.
Mitsubishi no terminó de dar con la tecla, ni en materia de suspensiones, ni en la cuestión mecánica. El Lancer EVO, que había presumido durante años de una durabilidad envidiable se rompía y cuando no lo hacía, los tiempos no salían. La situación terminó de hartar a Mäkinen que buscó el refugio en Subaru para la temporada 2002. La firma nipona decidió tomarse un año sabático y preparar un coche con una filosofía más parecida a la de los nuevos World Rally Cars 2.0 que a la de los antiguos Grupo A.
Las temporadas 2004 y 2005 volvieron a ser una larga travesía por el desierto, con multitud de problemas de transmisión y unos pilotos que tal vez no era lo que Mitsubishi necesitaba en esos momentos. La decisión de la FIA de prohibir los diferenciales electrónicos en 2006, tecnología que estaban desarrollando junto a Ralliart fue el golpe definitivo. El Lancer WRC cerró la exitosa historia de Mitsubishi en el Mundial con sólo un podio en cuatro temporadas.
Peugeot 307CC WRC:
Fueron los primeros dominadores absolutos entre los World Rally Cars. Contar en el equipo con Grönholm, Burns y los especialistas, Panizzi y Rovanpera, fue
la clave del éxito para el 206 WRC. Tras cosechar los títulos mundiales de pilotos 2000 y 2002 y el de fabricantes entre estos mismos años, Peugeot Sport decidía hacer algo diferente para tratar de parar los pies a sus ‘primos’ de Citroën Racing. Nacía así el 307CC WRC, un
coche basado en el cabriolet galo y con un problema crónico en su novedosa caja de cambios que hizo salirse de sus casillas a los pilotos de la marca. Marcus Grönholm consiguió
tres triunfos entre 2004 y 2005, pero el finlandés tuvo muchos abandonos y problemas mecánicos llegando a hacer declaraciones como el recordado “
No power steering, and we have too long stages in front of us, I fed up with this car”. Los del león decidieron dejar a Citroën el coto del WRC, mientras que ellos se lanzaron a la aventura en el mundo de la resistencia.