La mayoría de nosotros tenemos clavado en nuestra memoria las imágenes de
Carlos Sainz sobre el capot del Toyota Celica celebrando sus dos títulos mundiales, hasta ahora, único piloto español capaz de conseguirlo, pero también en el subconsciente se ha quedado la frustración y la rabia del Rally de Gran Bretaña de la temporada 1998. Un año más tarde,
la firma japonesa dejaba el WRC obligados por el nuevo proyecto en la Fórmula 1, mientras que Sainz y Moya empaquetaban los bártulos para probar suerte con el Ford. Ahora, años después Toyota está de vuelta. Lejos de despertar en el aficionado (y parte de la prensa) la impaciencia característica de
un equipo que debería estar llamado a plantar cara a Volkswagen, peleándose un cetro que los de Wolfsburgo han retenido durante los últimos años, el secretismo con el que ha llevado Tommi Mäkinen los primeros pasos del proyecto y los vaivenes respecto al plan inicial han hecho que se siempre la duda. Una duda razonable si tenemos en cuenta que
la experiencia del 4 veces Campeón del WRC como preparador de coches de rallies es muy limitada, sin embargo no lo es tanto cuando hablamos de una firma con tanta historia como la de Toyota, la que algunos pilotos dicen que es la Ferrari de los rallies. Pongamos en antecedes.
En marzo de 2014, una misteriosa mula de pruebas blanca impoluta y firmada por TMG (Toyota Motorsport GmbH para los profanos, brazo deportivo con sede en Colonia) aparecía rodando sobre las pistas de tierra de Italia. Tenía
la forma de un Yaris, sonaba a propulsor turbo y tenía tracción total. Todo parecía indicar que después de muchos rumores, Toyota se había decidido a dar el primer paso para regresar al Mundial de Rallies. A partir de ahí, durante los siguientes meses
vimos esa misma unidad de test recorrer media Europa, probando sobre asfalto, tierra e incluso nieve con Sebastien Lindholm, experimentado piloto finlandés de rallies, y Stéphane Sarrazin, integrante de la formación que competía en las 24 Horas de Le Mans y el WEC con el LMP1 de los japoneses.
Tendríamos que esperar un año hasta que se produjo el anuncio oficial,
Toyota estaba de vuelta, pero la llegada no sería inmediata, sino que se esperaría hasta la entrada del nuevo reglamento de cara a la temporada 2017. A mediados de 2015 se dispara el rumor: Akio Toyoda se había decidido por Mäkinen para que encabezara el difícil camino hasta el regreso a los tramos. ¿Por qué?
Buena parte culpa la tiene un proyecto privado que le encargó el CEO de Toyota a Tommi, un GT86 4x4 con el que Akio mataba su gusanillo y su cariño por la competición. A partir de ese momento, todo daba un vuelco.
Tommi ha impuesto su deseo de formar el equipo en torno a su país natal. Tanto la sede, como los técnicos o sus hombres de confianza provienen de Finlandia, lo que hace que esté alejado todo de la mirada de los curiosos, evitando que
los rivales sepan realmente en qué punto están de desarrollo y pudiendo trabajar en la más absoluta tranquilidad. Sin embargo, lo que parecía una ventaja, Mäkinen lo convertía en una excentricidad, rompiendo con todo el trabajo anterior realizado por TMG y decidiendo
partir prácticamente de un folio en blanco cuando quedaba poco menos de un año y medio para su debut en el próximo Rally de Monte-Carlo. Incluso se ha llegado a decir que no tenían ni tan siquiera motor, algo de lo que finalmente se encargarán en Colonia el brazo deportivo de Toyota, el mismo equipo que hasta ahora se había encargado de los proyectos en competición de mayor importancia.
Con la situación algo normalizada y
el prototipo definitivo que debería estar rodando antes del mes de abril sin problemas, ahora el mayor quebradero de cabeza se encuentra en la elección de pilotos. La mayoría de los cabeza de serie del WRC tienen un contrato firmado con sus actuales equipos para varios años, algo que
deja a Mads Ostberg, actualmente piloto de M-Sport para esta temporada 2016, como principal opción de cara a 2017 y lo que Mäkinen ya ha dicho que
debería ser una alineación compromiso para una temporada de aprendizaje más que de luchar por las victorias y los títulos. Aunque se espera que cuente con pilotos como Mikko Hirvonen, Juho Hänninen y Bryan Bouffier para este último año de test, Tommi ha decidido tantear la situación de todo un nueve veces Campeón del WRC, Sébastien Loeb, con sus últimas declaraciones. En ellas, el finés además de confirmar contactos con Petter Solberg (un campeón del mundo no muy bien considerado a la hora de la puesta a punto), las palabras sobre Loeb parecen más un ofrecimiento a la desesperada que otra cosa. Tal vez
el negativismo con el que se está afrontando el regreso de Toyota al WRC no deja de ser consecuencia de los comienzos tan difíciles que han tenido todos los proyectos con algo de sabor añejo que han comenzado estos últimos años. Tras una desastrosa participación en el Dakar 2015,
Peugeot tuvo que trabajar duro todo un año y confiar en el instinto de Carlos Sainz (además de invertir una buena cantidad de dinero) para hacer un coche que esta vez sí era de garantías.
McLaren-Honda, uno de los grandes dúos de la década de los noventa en la Fórmula 1 ha tenido un 2015 lleno de calvarios y sufrimiento, ocupando posiciones que no son propias para una escudería histórica como la británica. Por último,
Nissan es el ejemplo más extremo de ello. Con un prototipo completamente revolucionario y extremo, el regreso de los japoneses a la máxima categoría de la resistencia se ha traducido en un gran fracaso y en
la retirada del proyecto sólo un año después, con su debut y funeral el mismo día, en las 24 Horas de Le Mans de 2015. Desde luego, Toyota tampoco se merece un destino tan cruel.