El Mundial de Fórmula 1 ha presentado durante los dos últimos días sus primeros monoplazas para la temporada 2018. Tanto
el Williams FW41 como el HAAS VF-18 han mostrado sus formas y entre las principales novedades nos encontramos la implementación del Halo, que no es otra cosa que el polémico
elemento de seguridad elegido por la FIA para la protección de la cabeza de los pilotos. En su desarrollo se tuvieron en cuenta accidentes como el de Felipe Massa el Gran Premio de Hungría de 2009, así como los fallecimientos en competición de Henry Surtees (Brands Hatch 2009) y el de Justin Wilson (Pocono 2015). Durante varios años, los técnicos de la Federación Internacional de Automovilismo valoran las distintas opciones propuestas por los equipos frente a colisiones contra otros vehículos y ante la presencia de objetos extraños que pudieran entrar en la trayectoria de los monoplazas. Entre las opciones que se pusieron sobre la mesa estaban
el Halo presentado por Ferrari, el shield o cúpula similar a la cabina de los aviones y finalmente una solución intermedia de la mano de
Red Bull Racing denominada
Aeroscreen. Llegados al ecuador de la temporada 2017 del Mundial de Fórmula 1, los responsables de la FIA,
con Charlie Whiting a la cabeza, confirmaban que la decisión final se decantaba en favor del Halo, un elemento construido en titanio con un
soporte central y dos laterales que hacen las veces de aro protector sobre el
cockpit del monoplaza. El estándar de seguridad de la FIA calcula que las cargas que puede resistir este elemento serían equiparables al peso de un autobús de dos pisos londinense. Esto no sólo implicaba a los coches del Gran Circo. La decisión de implementar el Halo también afectaba al resto de categorías
Open Wheels bajo el paraguas de la FIA, incluidas las categorías de promoción,
la Fórmula 2 e incluso la próxima generación del monoplaza de la Fórmula E. Sin embargo, otras disciplinas como la
NHRA, que optó hace años por las cúpulas tipo jet, y las IndyCar Series han evaluado otras alternativas no sólo teniendo en cuenta únicamente el impacto estético, sino también el encontrar un elemento que se adapte a las características de cada campeonato. En el caso de las series de monoplazas norteamericanas, era Scott Dixon el piloto elegido para rodar durante la pasada semana en
el circuito de Phoenix. El estadounidense salía a pista en distintas condiciones de luz para poner a prueba la eficiencia y la visibilidad del
Windscreen o parabrisas (una variante adaptada del Aeroscreen de RBR) y lo cierto es que las primeras sensaciones fueron positivas,
incluso bajo los focos del speedway ya de noche. Mientras se prepara las siguientes pruebas para evaluar su eficacia en circuitos urbanos o ruteros, Dixon solicitó a los técnicos que se estudie mejorar la ventilación del habitáculo, debido en este caso a que con el parabrisas es menor el flujo de aire que llega al
cockpit.