El francés y el belga siguen sin estar dispuestos a renunciar a la primera victoria del 2019
Cuatro tramos más en la zona de Gap antes de viajar hacia el sur para correr la etapa del domingo que se desarrollará ya en las cercanías de Mónaco.
Jornada de descarte en el Rally de Montecarlo. Las especiales, muy cercanas a la localidad que vio nacer a Sébastien Ogier, presentaban las condiciones habituales de la cita monegasca, con secciones de mucho hielo que dejaban paso a otras zonas prácticamente secas por completo en las que los neumáticos con clavos perdían prácticamente por completo su función.
Sobrecalentados y sin unidades metálicas, todo se volvía en una cuestión de supervivencia en la que encontrar el compromiso entre velocidad y seguridad era vital.
El francés decidía tirar, optando en su caso por llevar a los dos bucles cuatro neumáticos Michelin con clavos y dos del compuesto súper-blando, mientras que Thierry Neuville decidía complementar los Pilot Alpine con dos blandos cuyas características se adaptaban mejor al Hyundai. A pesar de que Sébastien arriesgaba, el belga no daría su brazo a torcer en ninguno de los cuatro tramos de los que estaba compuesta la jornada (93,38 kilómetros cronometrados), terminando el día separados únicamente por 4,3 segundos cuando restan los pasos por el Col de Turini y la Power Stage en el Col de Braus.
En estas condiciones, los pilotos han ido cayendo uno a uno, comenzando en este caso por el abandono de Esapekka Lappi, reenganchado por Rally2 después de arrancar una rueda del Citroën C3 R5 ayer. El finlandés sumaba su segunda retirada como hombre de los de los dos chevrones, en esta ocasión por un problema mecánico que le obligaba a pensar ya en Suecia ya que los competidores que abandonan en Montecarlo el sábado no pueden reengancharse el domingo por las estrecheces del propio parque de asistencia en Mónaco.
A él le seguirían Andreas Mikkelsen y Elfyn Evans, dejando a Toyota GAZOO Racing como la única estructura que conseguía mantener a todos sus coches en carrera. El noruego de Hyundai Motorsport fallaría en el momento que más ritmo parecía mostrar. El Hyundai i20 WRC Coupé con el dorsal #89 salía demasiado ancho de una curva de derechas que Anders Jaeger tenía apuntada como “a fondo” impactando el eje trasero contra la montaña y arrancando por completo, lo que le obligaba a sumar su primer abandono de la temporada precisamente en uno de los momentos en los que más en entredicho está su figura.
Elfyn Evans también se iría largo en una zona rápida. El galés, que en teoría debía ser el encargado de recoger el bastón de mando de M-Sport dejado por Ogier, entraba con dos ruedas a una de las cunetas y ya no podría volver al asfalto. El Ford Fiesta WRC chocaba con un árbol y arrancaba la rueda trasera derecha. Fin del juego para los de Cumbria que lloraban con más fuerza si cabe la ausencia del seis veces Campeón del Mundo de Rallies con el que se impusieron las dos últimas ediciones de la prueba con la que se da el pistoletazo de salida a la temporada.
Estas bajas permitían a Ott Tänak meterse entre los cinco primeros, con el estonio peleando a su vez para tratar de dar caza a Sébastien Loeb y Jari-Matti Latvala en la lucha que estaban manteniendo ambos por el tercer escalón del podio. Tänak arriesgaba con una monta sin clavos que le permitiría acumular dos scratchs de forma consecutiva en los tramos de la tarde a costa de correr más riesgos que el resto. A pesar de que el alsaciano seguía en la tercera plaza, los tres pilotos terminaban el día separados únicamente por 18 segundos, demostrando a su vez el estonio que tenía un punto de ritmo más que sus dos rivales. Meeke, después de perder más de cinco minutos el viernes, debía conformarse con estar sexto, con un buen colchón sobre su compatriota, Gus Greensmith que era a su vez líder del WRC2 Pro y único piloto superviviente de M-Sport entre los 10 primeros.