Dentro de las categorías de promoción o teloneras de la Fórmula 1, siempre ha habido una con una posición preferente. En su día era la conocida Fórmula 2, tan popular que incluso recibía a pilotos de la categoría reina. Con el tiempo, su tarea de vivero de pilotos se volvió más importante y pasó a ser su principal característica. La conversión a Fórmula 3000 duró hasta 2004 y
desde 2005, tenemos a la GP2. Este nuevo -por entonces- certamen que tomó el puesto de la Fórmula 3000, lo hizo con un nuevo punto de vista. Ser un campeonato de concepción más moderna con prácticamente el único objetivo de ayudar a los pilotos a formarse y subir hacia otras categorías, sobre todo la Fórmula 1.
Tan éxito tuvo la GP2 que en 2010 se estrenó su hermana pequeña; la GP3. En 2016 les espera un año complicado en el que hay que reinventarse.
Para la GP2, la reinvención llegará en 2017. El campeonato afronta en 2016 su sexta temporada con el mismo chasis y su duodécima con el mismo motor. La dirección del campeonato decidió alargar en tres años la vida útil del Dallara GP2/11 usado desde 2011 para reducir los costes de la categoría pero con el doble de años en uso, 2017 requiere un muevo coche. Adicionalmente, el nuevo coche tendrá también un nuevo motor turboalimentado para asemejarse a la Fórmula 1.
El cambio de monoplaza no solo es inevitable sino que a estas alturas debe ser incluso deseable. La GP2, con todos sus puntos interesantes, se distancia de la Fórmula 1 y eso la pone en una posición difícil donde los pilotos que vayan bien allí pueden hundirse al llegar a la máxima categoría. La llegada del DRS -que el próximo monoplaza tendrá ya de forma nativa en lugar de ser un añadido-, el uso del turbo y hasta la posibilidad de un motor híbrido la acercarán. Pero ahí es donde está el problema...
todos estos cambios tienen un precio y habrá que cobrarles a los equipos por usar coches y motores nuevos. Para los grandes no es un problema grave -aunque encarecerá un volante en la categoría- pero para los pequeños puede ser fatal. Y esto, en un campeonato donde por ahora hay un equipo menos que en 2015 es grave. ¿Puede la solución ser un tercer coche por escuadra?
Eso es precisamente lo que hace
la GP3, que en 2016 se reinventa prácticamente por completo. Entre 2010 y 2015, los equipos compitieron con tres coches cada uno. El hecho de ser un certamen menor y por ende más barato permitía que los equipos pusieran a tres pilotos en carrera. En un principio, esto generaba suficiente interés como para que hasta diez equipos compitieran cada año, llegando por lo tanto a los 30 participantes. De los 30 se pasó a 27 en 2012 y 24 el año pasado. De cara a la temporada 2016, Virtuosi Racing iba a entrar en lugar de otro equipo pero a última hora canceló su inscripción, dejando la GP3 con 7 equipos y potencialmente solo 21 pilotos en pista.
La solución no se hizo esperar y pronto se anunció que los equipos iban a tener permiso para usar 4 coches, abriendo el camino para una solución similar en la GP2, en caso de caer el número de escuadras. Además,
la GP3 estrena un nuevo monoplaza en 2016, el tercero de su corta historia. El cambio entre el Dallara GP3/13 y el GP3/16 va a ser superior que entre el GP3/10 y su sucesor. De cara a esta temporada, la GP3 será una "bestia" completamente nueva. Pero eso sí, con un ojo puesto en lo que pueda suceder con una GP2 que podría reconvertirse en Fórmula 2 a partir de 2017. Y si eso sucede, ¿en qué posición queda la GP3? Parece que el proceso de reinvención aún no ha terminado. Y de momento con un español, Álex Palou, luchando por ganar.