PROYECTOS E IDEAS QUE EVOLUCIONARON
Hemos reunido en Centímetros Cúbicos 5 motores locos de competición que destacaron en su momento y dieron lugar a algunas de las mecánicas en uso hoy en día.
Es una realidad que muchos de los avances que hoy en día encontramos en nuestros coches han tenido su origen en la competición. Por eso, en Centímetros Cúbicos te traemos un Top 5 con algunos de los motores más locos que han formado parte del automovilismo.
Empezando por el que seguramente sea uno de los propulsores más complicados que se han desarrollado nunca: el BRM H16. Un motor de 16 cilindros y tres litros que fue desarrollado por British Racing Motors para la temporada de Fórmula 1 de 1966. La idea original podía tener sentido, pero poner a punto semejante complejidad mecánica fue prácticamente imposible. Terminó generando más problemas de los que resolvía, dando lugar a numerosos fallos catastróficos.
A veces más, no tiene porqué ser mejor. A diferencia del motor desarrollado por BRM, nuestro próximo protagonista no tiene ni un solo cilindro. Hablamos del motor rotativo desarrollado por el ingeniero alemán Félix Wankel. Esta mecánica se hizo famosa por el prototipo de Mercedes denominado C111, que prefiguraba un deportivo de altos vuelos que nunca pasó a la serie.
Así que, al final fue Mazda la que encumbró en la cima al motor Wankel, primero con varios modelos de serie y después al vencer en las 24 horas de Le Mans de 1991 con el 787b. Un prototipo que, en condiciones de carrera, desarrollaba 700 caballos de potencia, pero podía alcanzar los 930 en la configuración más extrema.
El circuito de Le Mans ha sido escenario también de numerosas gestas automovilísticas. Otra marca que hizo historia allí fue Audi en el año 2006. ¿La razón? Compitió por primera vez con un coche propulsado por una mecánica diésel: el R10 TDi. Y sí, los alemanes se hicieron con la victoria ese año y los tres siguientes. El V12 tenía una cilindrada de 5,5 litros y entregaba una potencia de 659 caballos.
Aunque ahora sean la norma, durante un tiempo, los motores turbo estuvieron prohibidos en la Fórmula 1. Fue Renault con su RS01 de 1977 quien introdujo esta tecnología en la categoría reina por primera vez. Una apuesta arriesgada que tardó un par de años en dar sus frutos al constructor francés. Hasta que, en 1989, la FIA decidió prohibir su uso definitivamente por las elevadas cifras de potencia que alcanzaban, superando con holgura los 1.000 caballos.
Y si más de 1.000 caballos son muchos, espera a conocer a nuestro último protagonista: la categoría Top Fuel de las carreras de Dragster: coches diseñados para acelerar en línea recta y cubrir una distancia de 305 metros en el menor tiempo posible. El motor que anima a estas criaturas es un V8 con una cilindrada algo superior a los ocho litros. El resultado son picos de potencia de hasta 11.000 caballos, capaces de hacerles cruzar la línea de meta a velocidades que rondan los 530 kilómetros por hora.
A lo largo de la historia, el mundo de la competición ha dado lugar a proyectos de lo más alocados y extremos. Y, con la llegada de los motores eléctricos, seguro que conoceremos más ejemplos en los próximos años.
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