La guerra entre y es ya un hecho incuestionable, pues ambas empresas tecnológicas han emprendido en los tribunales una batalla legal de consecuencias desconocidas que algunos auguran pondría fin al programa de conducción autónoma de la la empresa de transporte privado que conecta pasajeros y conductores. El conflicto viene de lejos, en concreto desde
agosto de 2013, momento en que Google compró Waze, una red social que permite comprobar el tráfico en tiempo real. La operación, de 1.300 millones de dólares, buscaba mejorar su Maps con este servicio. Pocos meses después,
Google Ventures llevó a cabo una inversión de más de 250 millones de dólares en Uber. Así, Google se convertía en el dueño del 7% de las acciones de la compañía, y pasaba a entrar parte de la directiva. Comenzaban las tensiones entre ambas partes. El punto de inflexión fue cuando,
en agosto de 2016, Google fue vetada de las juntas de Uber. Precisamente, se rumoreaba por entonces que Waze estaba probando un servicio de transporte colaborativo que haría la competencia a Uber. Coincidiendo en el tiempo,
Uber invirtió 500 millones de dólares en su propio sistema de mapeado, evidentemente para dejar de depender de Google Maps. Prueba de ello es que siguen mapeando ciudades gracias a una flota de vehículos de la compañía. Entonces, en diciembre del mismo año s
altó la noticia desde Alphabet (matriz de Google), de que el coche autónomo dejaba su desarrollo. La cosa no era para tanto en realidad, sino que cambiaba el planteamiento.
Así surgía Waymo, que daba nombre al nuevo proyecto de conducción autónoma. Más tarde, la guerra empezó a girar en torno a LIDAR (tecnología capaz de medir la distancia entre un sensor y un objeto por medio de ondas electromagnéticas) porque presuntamente,
Anthony Levandowski, que fuera jefe del proyecto de conducción autónoma de Google, habría robado 14.000 archivos de esta tecnología en 2015, poco antes de marcharse. Pero es que, además,
Levandowski fundó una startup que iba a compatir de forma directa con estellos, Otto (camiones autónomos), que finalmente sería adquirida por la propia Uber. Según Google, se trataría de un caso apropiación ilícita de tecnología además de que esa compañía podría haber sido creada como una empresa pantalla para ocultar el fraude.