El MINI Clubman de segunda generación ha cambiado radicalmente de concepto. Si bien el primero era un coche de medidas contenidas con ciertas particularidades como la puerta lateral con apertura inversa al orden de marcha y un portón partido, en el más moderno
la longitud se va hasta los 4,25 metros, tiene cuatro puertas laterales convencionales y, eso sí, se mantiene el portón con doble hoja.
Todos esos centímetros extra se notan especialmente en el interior, siendo mucho más amplio que antes. Esto no quiere decir que el Clubman sea un vehículo espacioso y en las plazas posteriores la cota longitudinal es un tanto justa así como la capacidad de maletero que se contenta con
360 litros ampliables hasta los 1.250 retirando los respaldos de los asientos traseros.
Lo que no admite crítica es la terminación, con una calidad de acabados muy superior a la media y entre las mejores del segmento.
Tanto la presentación como los ajustes son propios de segmentos superiores y esto se ha logrado sin perder la esencia MINI en materia de diseño. Otra característica del Clubman es que es el primer modelo de la marca en incorporar un
freno de mano de accionamiento eléctrico, liberando espacio en la consola central. Las posibilidades de equipamiento son muy amplias aunque prácticamente todo hay que pagarlo aparte. Entre otras cosas pueden tener
Head Up Display, faros LEDs, techo solar panorámico doble, selector de modos de conducción,
alerta de cambio de carril, sistema de acceso sin llave,
asientos completamente eléctricos, distintos tipos de tapizados y apliques decorativos, paquetes para personalizar el exterior, etc.
Todos los Clubman incluyen de serie un completo sistema de sonido con bluetooth y puerto USB. En opción se ofrecen dos pantallas a color, una con
6,5 pulgadas y otra con 8,8 pulgadas para los más caros y completos. También es posible mejorar la conectividad con acceso a internet, a aplicaciones y SmartLink.
La oferta del Clubman sigue las pautas marcadas en el resto de vehículos de la marca, usando la denominación
One/OneD para los más sencillos, Cooper/Cooper D para los intermedios y Cooper S/Cooper SD para los más completos. Con los motores ocurre lo mismo y cada acabado incluye una mecánica distinta. El motor más pequeño ofertado es un
1.2T con 102 CV que se puede pedir con cambio manual o automático, siempre con seis velocidades. Como versión más equilibrada en gasolina está el
1.5T con 136 CV asociado a las cajas ya mencionadas mientras que como tope de gama se ofrece
el 2.0T con 192 CV. Aquí la transmisión puede manual de seis velocidades o
bien automática de ocho.
La gama diésel arranca con
el 1.5d de 116 CV de potencia que está disponible con cambio manual o automático de seis velocidades. Es la versión más frugal de toda la familia, con un
consumo medio de 3,8 L/100. A pesar de ser un tres cilindros, tiene un funcionamiento agradable.