Muchas veces no sabes si estás en la carretera, en una carrera… o en la batalla de cada día… El Porsche 911 GT3 es una buena herramienta de diversión y transporte. Te lo compras, y buscas cada día un pretexto para conducirlo. Aunque también puedes simplemente mirarlo. Preguntaba de pequeña Carmela, la hija de unos amigos: ¿Por qué los ricos van siempre en esos coches tan aplastaos? El caso de este 911 GT3 es la mejor respuesta. Su precio no está al alcance de cualquiera y lo cierto es que es muy “aplastao”. Cuando se conduce sentado tan cerca del suelo se perciben en directo las sensaciones que transmite el coche y se comprende mejor su funcionamiento. Esto, claro, aburre a Carmela, e interesa sólo a quienes consideran que conducir es un juego y que un buen coche es el mejor de los juguetes posibles… Un juguete perfecto para pasar el tiempo, al ser posible en una escuela de conducción. Y quizás, la escuela de conducción de Porsche, sea una de las más prestigiosas que existe. Hace más de 40 años, que inició su actividad con un 911 turbo para que todo aquel que quisiese sacar partido a esos motores tan explosivos como exigentes, lo hiciese con seguridad independientemente del terreno que pisase… Con los años fueron llegando nuevos modelos a esas clases tan especiales… Uno de los últimos: el GT 3. Ligero, hecho de aluminio y aceros especiales. Un habitáculo donde se percibe en todo momento que el 911 GT3 tiene el tacto preciso de un purasangre, pero también la docilidad de un coche para todos los días... Los reflejos de la competición se aprecian de un solo golpe de vista… No tiene la belleza inexplicable de la Pietà de Miguel Angel, pero tiene su propia forma de belleza. Para muchos será desdeñable, ya que es pura funcionalidad. Todo está ahí para algo, no hay apenas adornos. ¿Es esto arte? Puede que después de todo lo sea. El aire entra y sale del GT3 con eficiencia. De un extremo al otro, este 911 de carreras está dibujado para entenderse con el viento. Las llantas van completamente rellenas de frenos, para apurar cada metro sin desfallecer… Unos frenos que se refrigeran gracias a las tomas de aire delanteras. Como otros 911, el GT3 permite elegir distintos modos de conducción, desde un escueto “confort” a un magnífico modo sport “ahí te las compongas” que suprime las ayudas electrónicas y te coloca frente a ese espejo, tantas veces incómodo, de la propia habilidad. Las barras antivuelco están ahí por si acaso, pero también hacen más sólida y estable la carrocería. El ala trasera, en este caso fija, mejora efectivamente el aplomo del coche cuando se circula a alta velocidad. Teóricamente mejora también la estabilidad cuando se frena. La dirección es una buena embajadora del chasis. En Porsche han conseguido una gestión electrónica suficientemente precisa como para que la dirección nos deje sentir al detalle qué hacen las ruedas. El motor es la mitad de un Porsche, siempre en la parte trasera y cerca del suelo. Además, éste viene de las carreras, con pistones forjados, bielas de titanio y engrase separado. Puede girar a 9.000 rpm, y a poco más de 8.000 da 475 CV, la fuerza de media excavadora. Toda esa fuerza se reparte de forma inteligente entre las cuatro ruedas, a través del mejor cambio semi-automático posible, el PDK de 7 velocidades. Es más de lo que uno merece en una tarde de verano. La gestión electrónica del motor permite circular despacio, con suavidad de seda… pero también acelerar de 0 a 100 en 3 segundos y medio. Probablemente es uno de los GT más laureados, y desde luego uno de los grandes iconos de nuestro tiempo… entendiendo por nuestro tiempo el medio siglo que tiene ya este joven incombustible y nunca suficientemente explorado que se llama 911. Sobre su futuro, todo es posible, pero seguramente pasa por más carreras, más victorias y más tecnología de competición al servicio de un coche con el que emocionarse en la pequeña carrera de cada día…