DESDE EL PEQUEÑO FORTWO HASTA LOS NUEVOS SUV ELÉCTRICOS
La firma de pequeños coches urbanos cumple dos décadas y media, desde que a finales del siglo pasado viera la luz de la mano de Mercedes y Swatch como solución al tráfico de las grandes metrópolis europeas.
Seguramente no pienses en una marca de relojes como una de las causantes del nacimiento de una marca de coches. Nos tenemos que remontar hasta finales de los 90, para ver como Mercedes y la firma de relojes Swatch unían fuerzas para crear un pequeño coche urbano con el nombre de Smart Fortwo.
No sería hasta 1997 cuando apareció el primer Concep que mostraba cómo sería el microcoche con el que querían conquistar al público. En el anuncio, el pequeño prototipo recorría las estrechas calles de Barcelona y mostraba su habilidad para colarse entre el tráfico, era la solución para las concurridas calles de las grandes ciudades.
Y aunque parecía ser una idea totalmente revolucionaria, en los años 50 las marcas de aviones ya habían pensado lo mismo, comercializando microcoches como el Isetta de BMW o el minúsculo P50, vehículos que destacaban por sus materiales y arriesgados diseños.
Con el paso de los años el nivel de tráfico crecía, e ir a trabajar en coche para algunos era un dolor de cabeza. Por ello, en 1998 Mercedes y Swatch construyeron un vehículo para dos ocupantes, de 2’5 metros de largo y 1’5 de ancho, con un peso de 790 kilos y propulsión trasera. Desarrollaba 41 caballos, con un motor Mitsubishi.
Se comenzó a fabricar en Francia y contaba con paneles intercambiables para que el propietario del vehículo pudiera cambiarle de color a su antojo. Era fácil de aparcar y la marca resaltaba que dos de estos vehículos cabían en la misma plaza que un coche normal.
El éxito del Smart fue tal que pronto se convirtió en un icono de la movilidad urbana, capaz de aparcar en espacios reducidos y de ofrecer un bajo consumo y emisiones. Sin embargo, el Smart también quería crecer y expandirse a otros mercados. Por eso, en 2007, llegó la segunda generación, que aumentó su longitud en 195 milímetros, lo que le permitió obtener la homologación para entrar en Estados Unidos.
Llegó a tierras estadounidenses en el momento oportuno, coincidiendo con la crisis financiera de 2008 y el alza de los precios de la gasolina. Su propuesta de ahorro y eficiencia sedujo a muchos consumidores que buscaban alternativas a los coches grandes y gastones.
No obstante, cuando la gasolina volvió a bajar, las ventas del Smart se desplomaron, hasta el punto de que en 2018 solo se vendieron 1276 unidades. Ante esta situación, el Smart necesitaba renovarse y apostar por el futuro. Así, en 2019, el gigante chino Geely, propietario de Volvo, entró en el accionariado de la marca, con el objetivo de abrirse al mercado chino y a la movilidad eléctrica.
La marca suiza se electrificó por completo, basándose en su tercera generación, que se había estrenado en 2014 con motores Renault y una mayor calidad. El modelo eléctrico ofrecía una autonomía de más de 130 kilómetros, ideal para el uso urbano.
Pero el Smart no solo se ha limitado al ForTwo, sino que también ha explorado otras opciones, como el ForFour, un modelo de cuatro plazas que ha tenido dos generaciones, la primera con un cameo de Robbie Williams en su anuncio.
Además, no podemos olvidarnos del transgresor Smart Roadster Coupé, un deportivo de dos plazas que se fabricó entre 2003 y 2006, y que rompió con el estilo habitual de la marca. Y el último en llegar ha sido el Smart1, un SUV eléctrico de cinco plazas, que se presentó en 2021 como el primer fruto de la alianza con Geely.
El Smart se despide este año del ForTwo, su modelo más icónico, que será sustituido por el #2, un eléctrico de más de 300 kilómetros de autonomía, que llegará en 2026. No sabemos si tendrá el éxito de sus antecesores, pero lo que sí podemos afirmar que el Smart ha sido un coche único, que ha sabido innovar y adaptarse a los tiempos.
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