PARA FREIR PATATAS O MOVER UN MOTOR
Se trata del HVO, un biocombustible renovable de origen vegetal que Alemania quiere popularizar ya, sustituyendo al gasóleo, para hacerle un gran favor a nuestro planeta.
Seguramente ya hayas oído hablar del HVO. Son las siglas de Hydrotreated Vegetable Oil, es decir, aceite vegetal hidrotratado, un tipo de biocombustible renovable credo a partir de materias primas vegetales y, en esencia, aceite de cocina (generalmente de girasol o de oliva). Se fabrica mediante un proceso que convierte residuos habituales de cualquier hogar en un carburante de alta calidad apto para motores de tipo diésel, por lo que sustituye al conocido gasóleo.
Durante su fabricación se eliminan los componentes no deseados del aceite vegetal, como los ácidos grasos libres y las impurezas, lo que resulta en un combustible muy limpio, pero con características similares al gasóleo. Concretamente, el HVO 100, que es la variante más pura (sin mezcla de hidrocarburos sintéticos) tiene potencial para reducir las emisiones de CO2 y su impacto ambiental hasta en un 90%, puesto que no contiene ningún combustible fósil, susceptible de causar más efecto invernadero.
Desde hace un lustro, varios fabricantes de vehículos como Scania, Mercedes o Toyota han experimentado con HVO mediante ligeras adaptaciones en sus propulsores diésel, obteniendo éxito en sus pruebas. Ahora, Alemania va a ser uno de los primeros países de Europa (y del mundo entero) en apostar por esta solución técnica a fin de mejorar su balance de dióxido de carbono. España todavía no lo ha regulado, pero es probable que los germanos condicionen o influencien otras naciones de la UE.
El gobierno teutón es partidario de que la descarbonización ha de llegar a la mano de varias soluciones y no sólo de la electrificación del parque móvil, al tiempo que tienden una mano a una industria automovilística donde reina la incertidumbre y la presión por parte de una política que ahoga a los sistemas de impulsión tradicionales y un BEV que, en la mayoría de casos, no cubre las necesidades o cumple con las expectativas de la mayoría de los clientes.
Hace poco, el Parlamento alemán aprobó la venta del HVO en cuestión en gasolineras del territorio sobre el que tiene autoridad con el objetivo de contribuir a una atmósfera más limpia a través de una sencilla compatibilidad. Muchas compañías dedicadas a la producción de carburantes, incluyendo Repsol o Cepsa, ya habían desarrollado varias fórmulas de este biocombustible esperando el momento de su aceptación masiva. Así se prevé una vida útil más larga para los coches diésel.
Además del aceite de cocina, para el HVO también se pueden utilizar desde restos de mataderos hasta algas marinas que, una vez purificados mediante hidrógeno, pasan a ser combustibles parafinados. Una vez se regule en nuestro país, donde sin embargo ya se vende, debería tributar igual que el diésel convencional salvo sorpresa. A lo largo de 2024 y 2025, el Ejecutivo de Pedro Sánchez podría tener novedades en esta importante materia.