¿ES POSIBLE AHORRAR MÁS EN CADA REPOSTAJE?
Muchos conductores intentan ahorrar hasta el último céntimo siguiendo todo tipo de estrategias. Algunas funcionan.
A la hora de adquirir un coche, sea nuevo o sea de segunda mano, una de las principales variables que se tiene en cuenta, al menos para la inmensa mayoría de usuarios, es el consumo de carburante. Y es que la "experiencia" de contar con un coche a nuestra disposición no se termina en el momento de la compra, sino que hay que asumir una serie de gastos fijos (impuestos, mantenimiento, seguro...) y también una serie de gastos variables entre los que se encuentran las piezas de desgaste, las posibles averías o el consumo de carburante.
En los últimos años hemos visto como el precio de los carburantes no ha parado de crecer, especialmente en los últimos meses tras la irrupción de la guerra de Ucrania en medio del escenario internacional, tensando así una economía mundial que parecía empezar a recuperarse tras el mazazo provocado por el COVID-19. Y es que si a mitad de pandemia era relativamente sencillo repostar por debajo del simbólico precio de 1 euro/litro, en la actualidad es difícil encontrar diésel por debajo de 1,30 euros/litro y aún más complicado encontrar gasolina por debajo de los 1,50 euros/litro.
Lo cierto es que es una creencia popular que cada cierto tiempo vuelve a aparecer y a tomar fuerza. ¿Es posible ahorrar algo en nuestro repostaje dependiendo de la hora que escojamos para llenar el depósito de nuestro coche? Lo cierto es que parece que sí... pero será difícil que llegues a notarlo en la factura final. ¿A qué nos estamos refiriendo entonces? Básicamente al principio físico que rige las dilataciones y contracciones de los materiales que nos rodean dependiendo de la temperatura a la que estén.
Esto significa que con temperaturas extremadamente elevadas el combustible aumenta su volumen, lo que se traduce en los mismos litros ocupando el mismo espacio (el espacio de nuestro depósito) mientras que a temperaturas más bajas éste se contrae y ocupa menos volumen dentro del mismo espacio, de nuevo, nuestro depósito. Hasta ahí la teoría, pero... ¿qué sucede en la práctica? Pues que este fenómeno es completamente despreciable.
Y es que, para empezar, los depósitos de las gasolineras están enterrados varios metros bajo tierra, o lo que es lo mismo, las variaciones de temperatura a la que se ven sometidos son infinitamente menores que el hecho de dejar un depósito a la intemperie. Esto significa que, resumiendo, adoptar esta estrategia no va a servirnos de mucho a la hora de ahorrar.