El diésel parece fuera de lugar hoy en día, pero la realidad es bien diferente
Los coches con motor diésel parecen condenados a desaparecer en apenas un puñado de años, pero la realidad es que hoy en día pueden seguir resultando interesantes
Hace unos días se hacía pública una de las noticias del año: los planes del actual gobierno de España de acabar con los vehículos propulsados con motores de combustión en un plazo de tiempo que oscila entre los 20 y los 30 años. Si sale adelante el proyecto, a partir de 2040 estará prohibido vender vehículos equipados con motores de combustión, prohibiendo su circulación a partir de 2050.
Tras conocer la noticia, se abre un nuevo abanico de preguntas. ¿Qué pasa con todos aquellos clientes que actualmente conducen un coche de combustión? ¿Deja de ser ya interesante adquirir un coche con motor térmico? ¿Qué va a pasar con los diésel, sin duda el combustible más dañado por la opinión pública en los últimos años? Vamos a intentar ser claros: el diésel sigue siendo -igual que la gasolina- un método de movilidad perfectamente asumible hoy en día, siempre que sea necesario su uso.
¿Cuándo sigue resultando interesante el motor diésel? Muy sencillo: cuando las necesidades de movilidad sean muy grandes, es decir, cuando se recorran muchos kilómetros al cabo del año, y la mayoría de esos kilómetros se recorran por carretera. Seamos sinceros, un motor diésel, para circular por la ciudad, no es ni por aproximación la mejor de las ideas.
Sin embargo, para aquellos conductores que recorren más de 30.000 kilómetros al año, que circulan por carreteras convencionales, por autopistas...el diésel sigue siendo una propuesta más que válida, sobre todo si tenemos en cuenta que un diésel moderno, actual, es mucho más limpio de lo que lo eran los motores diésel de hace 10 años, manteniendo además el bajo consumo de carburante que siempre ha caracterizado a estas mecánicas.
Un motor diésel contamina, pero resulta la solución más adecuada para los que, hoy día, necesitan cubrir largas distancias y no pueden permitirse, por ejemplo, adquirir un Tesla con el que poder utilizar la red de supercargadores que sí permite una movilidad mucho mayor, similar a la de un vehículo de combustión.