CUIDA TU COCHE
Recupera potencia, reduce consumo y evita averías con un método cada vez más utilizado en talleres.
Según Felipe Sacristán, mecánico y divulgador en el canal Taller Mecánico RedISTA, el problema más grave de los motores de combustión, tanto diésel como gasolina, es la acumulación de carbonilla, un residuo que se genera como resultado de la combustión del combustible.
Cuanto más grande es el motor, mayor es el volumen de aire y combustible que maneja, y por tanto, más residuos se generan. Esa carbonilla se va adhiriendo progresivamente a diversas partes internas: cámara de combustión, válvulas de admisión y escape, el sistema EGR (recirculación de gases) e incluso los segmentos del pistón. Con el tiempo, esto provoca formación de costras sedimentadas que dificultan el correcto funcionamiento del motor, reduciendo su rendimiento, eficiencia y suavidad.
Además, parte de estos residuos llega al sistema de escape y satura el filtro de partículas (DPF). Cuando esto ocurre, en muchos casos la única solución efectiva es levantar la culata y limpiar manualmente todas las partes afectadas, lo que representa un coste muy elevado.
Existen tres tipos:
Según Sacristán, este método consigue una mejora de hasta 96 % en comparación con otros métodos menos eficaces.
Incluso en coches relativamente nuevos, la carbonilla empieza a acumularse desde los primeros kilómetros si el uso es urbano o con trayectos cortos. Sacristán recomienda realizar una descarbonización cada 15.000 a 20.000 km, especialmente si el coche se utiliza en ciudad, se apaga antes de alcanzar temperatura óptima o se arrastra una EGR sucia.
Descarbonizar el motor mediante hidrógeno, especialmente si se combina con aditivos tecnológicos específicos, es una alternativa eficaz, económica y preventiva para mantener el motor limpio, recuperar prestaciones, alargar la vida útil del filtro de partículas y ahorrar combustible.
Una buena práctica que puede evitar averías costosas y mejorar el rendimiento general del coche.