¿Un nuevo problema para la DGT?
Desde Tráfico comienzan a plantearse cómo luchar contra el 'efecto rodeo', una tendencia que está en aumento en las últimas semanas.
Hace unas semanas se presentó el proyecto para convertir todas las vías rápidas (autopistas y autovías) de nuestro país en carreteras de peaje. De esta manera, gracias a una pequeña aportación económica por cada kilómetro recorrido con nuestro coche en una de estas vías, se podría aumentar la recaudación destinada al mantenimiento y modernización de este tipo de carreteras.
Las autopistas y autovías de pago han existido desde hace décadas, siendo generalmente los trazados mejor cuidados y mejor mantenidos. En la actualidad las red de vías rápidas nacional necesita de ciertas inversiones con las que mejorar sus capacidades, unas inversiones que animarían muchos conductores a optar por este tipo de vías en lugar de utilizar de manera recurrente las carreteras convencionales.
En las vías convencionales, por contra, se producen la mayoría de accidentes de circulación con víctimas mortales, con un porcentaje cercano al 70%, una proporción muy alta que preocupa a la DGT, más aún tras conocer los planes del Gobierno para introducir los mencionados peajes.
• La nueva preocupación de la DGT
Surge ahora una nueva “preocupación” para la DGT, fruto de estos peajes, y conocido ya como “efecto rodeo”, un efecto que consiste en el abandono de las autopistas por parte de los conductores para pasar a circular mayoritariamente por carreteras secundarias. El ahorro económico pasa, por tanto, a ser uno de los principales argumentos de este tipo de vías.
Y es que son muchos los conductores que pueden no estar de acuerdo con estos “pagos por uso” de las autopistas, lo que puede hacer que se produzca un “éxodo”de conductores hacia este tipo de vías.
Con una mayor proporción de conductores y una mayor densidad circulatoria, desde la Dirección General de Tráfico se muestran preocupados por las posibles consecuencias de una mayor carga de tráfico por estas carreteras, que se podría traducir en un aumento del número de accidentes de tráfico y, por tanto, en un aumento en la siniestralidad vial.