UN GOLF PROTOTIPO LLEGÓ A TENER EL MOTOR BAJO EL ASIENTO TRASERO
Un repaso a los diferentes prototipos que sirvieron de nexo entre los dos grandes éxitos de la marca alemana
Hoy día, todos sabemos que el Volkswagen Golf es el sucesor directo del Volkswagen Beetle, Escarabajo, Type 1 o como se le quiera llamar. Pero del coche del pueblo original al que ha conseguido ser más de 30 años desde 1983 el coche más vendido en Europa no se hizo un salto directo, sino que fue una historia evolutiva como la del propio ser humano. Aquí, por suerte, no hay eslabones perdidos ni misterios de la ciencia sino que están bien documentados, empezando ya en 1969 con el denominado Volkswagen EA 266. Se trataba de una clara idea de revolución, no de evolución del concepto existente como había pasado, sin ir más lejos, con el Porsche 356 y su sucesor, el 911 original.
Además de ser un coche espacioso como el Beetle y que ofreciera un gran maletero, su sucesor debía ser un coche práctico con un gran maletero. Esta vez el motor estaría refrigerado por agua en lugar de refrigerado por aire. Tampoco sería un motor bóxer como en el Beetle, sino que sería un propulsor de cilindros en línea. En el caso del prototipo original EA 266, el motor seguía estando detrás, en concreto en posición central trasero: por debajo de los asientos traseros. Aquel EA 266 ya mostraba potencial, capaz de alcanzar una velocidad máxima de 187 kilómetros por hora.
Aunque el reparto de pesos era óptimo, para tareas de reparación y mantenimientos iba a ser muy complicado de operar. Además, construir un coche con esas características en masa iba a ser demasiado caro, de modo que tras 50 prototipos se decide cerrar el proyecto EA 266. Su sucesor sería el EA 276, que ya movía el motor desde la parte trasera hasta situarlo por encima del eje delantero, mientras que donde estaba el motor se colocaba el depósito de combustible. Eso sí, el motor no era otro que el mismo del Beetle, que no dejaba de ser un coche evolucionado una y otra vez (entonces ya existían los 1.300, los ‘Super Beetle’) pero que ya se notaban las costuras del tiempo.
Desde un principio Volkswagen contó con un nombre italiano para el diseño de la carrocería, y no pudo elegir a nadie mejor: Giorgetto Giugiaro, entonces trabajando para Italdesign. Las premisas eran claras: coche de dos volúmenes con versiones de dos y cuatro puertas, con una distancia entre ejes, longitud, ancho y alto determinados, así como las dimensiones interiores (que debían ser similares a las del Beetle) y el espacio del motor.
Se hicieron algunos cambios con respecto al boceto de Giugiaro, sobre todo por costes de producción y seguridad (para venderlo en Estados Unidos), lo que dio lugar al morro terminado en los icónicos faros delanteros redondos. La línea del Golf la determinaría la de los Audi 80 y 100 de la época, con líneas de diseño rectangulares y motores de cuatro cilindros en línea refrigerados por agua.
El Golf definitivo (EA 337) tenía más superficies rectas y lisas, lo que facilitaba la reducción de costes. Pero sobre todo, el Golf que el mundo se encontró en 1974 era, con respecto a los Beetles lanzados apenas unos años antes, un avance tecnológico impresionante, casi futurista. Se trata de un coche muy bien ejecutado que pronto se convirtió en un éxito de ventas, además de dar lugar a una hornada de deportivos compactos cuando apareció el primer Golf GTI. Como dato de interés, se valoró utilizar el nombre Blizzard, pero se decidió optar por el nombre de Golf para seguir la tendencia de nombres de vientos, como el del Golfo o el Scirocco (también diseñado por Giugiaro como el Passat), proveniente del viento de siroco o jaloque.