las firmas europeas y asiáticas pueden ser las grandes damnificadas
Al grito de "Vamos a hacer América grande de nuevo", Donald Trump ha pedido a uno de sus equipos de expertos que valore la situación de la industria automotriz y la posibilidad de establecer fuertes aranceles a los fabricantes extranjeros.
"Haz a América grande de nuevo" esta fue la petición que muchos votantes hicieron a Donald Trump después de que saliera presidente y parafraseando uno de los eslóganes de campaña del actual mandatario de Estados Unidos. Desde entonces, desde el despacho de la Casa Blanca, Trump ha diseñado una hoja de ruta a seguir con la que devolver la confianza a los que le apoyaron en su carrera hasta Washington. Uno de los principales puntos hacia especial hincapié en la necesidad de recuperar el empleo y además sanear económicamente la situación económica de los principales fabricantes estadounidenses.
Este último punto tenía especial incidencia en las principales marcas de automóviles de país, entre las que encontramos nombres tan icónicos como Ford, Cadillac, Chevrolet o Lincoln. Las medidas para apoyar las empresas del país prometían seguir una línea agresiva, la cual confirmada este miércoles a través de la recuperación de una antigua propuesta que ya estuvo sobre la mesa durante la campaña: someter a todos los coches importados a fuertes aranceles que lleve a los clientes del país a apostar por el 'producto nacional'.
El político republicano volvía a sacar a colación su intención de aplicar aranceles de hasta un 25%, según datos de Wall Street Journal, a todos los vehículos importados desde otros países en el caso de que considere que la economía estadounidense precisa de ello. Obviamente, esto pasaría gran factura no sólo a las principales marcas europeas y asiáticas, sino especialmente a México, país en el que se han establecido numerosas factorías de marcas foráneas que han apostado así por pagar menos en cuestión de impuestos y mano de obra, además de rentabilizar al máximo las cuestiones de logística. Tres de cada cuatro coches fabricados en México son comprados en Estados Unidos.
Trump ordenaba la puesta en marcha de una investigación que le llevará a determinar cuál será su siguiente paso dentro de la industria del automóvil. Todo esto llega en un momento en el que se está renegociando el Tratado de Libre Comercio firmado en 1994 entre los países de Norteamérica (Estados Unidos, Canadá y el propio México) en unas conversaciones están constantemente en la cuerda floja.
Marcas como Toyota, BMW o Audi tienen un importante porcentaje de sus ventas en el mercado del país de las barras y las estrellas, razón por la que algunos de estos nombres estaban evaluando la posibilidad de crear sus propias fábricas sobre suelo estadounidense. No será de extrañar que haya un movimiento futuro al respecto gracias a la Sección 232 de la Ley de Expansión Comercial de Estados Unidos de 1962, mismo recurso en el que se ha basado el gobierno de Trump para imponer aranceles en la importación de acero y aluminio.