El futuro es el coche eléctrico, pero el camino a seguir podría no estar tan claro
Tras el revuelo causado, el Gobierno tilda de "debate" la propuesta para acabar con los coches diésel y gasolina para 2040
La medida estrella del Gobierno en materia de transición energética podría quedarse finalmente en nada. Tras hacerse pública la intención del Gobierno para implantar un plan de eliminación de los coches impulsados por motores de combustión interna para el periodo de 2040 a 2050, han sido muchos los organismos, asociaciones y fabricantes que han mostrado su opinión contraria a la medida. Sin embargo, el diferentes ocasiones el Gobierno ha respaldado la medida como una herramienta que permitirá reconvertir el parque móvil español hacia nuevos sistemas de propulsión más amables con el medio ambiente y la salud. Hasta hoy.
La ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, junto a la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, se han pronunciado al respecto de este plan de eliminación de los coches movidos por combustibles fósiles, restando importancia a la medida e incluso tildando la propuesta de "debate". En sus últimas declaraciones, el plan de medidas anunciado ha sido subrayado como un texto no definitivo, por lo que de un modo u otro ha quedado abierta la puerta para introducir modificaciones que suavicen las prohibiciones dadas a conocer. Esto se podría traducir en plazos de eliminación más extensos, modificación en la consideración de los sistemas de propulsión (recordemos que GLP y GNC reciben la etiqueta ECO hoy en día), etc.
Pero tampoco deberíamos echar las campanas al vuelo, pues el plan para erradicar el diésel y la gasolina de nuestras calles no es una estrategia diferente a la que se está promoviendo en otros países de Europa. La idea de descarbonizar las ciudades gana cada vez más peso, y aunque la aplicación de medidas severas como la obligatorai erradicación siguen encontrando un gran rechazo, la introducción de medidas paralelas como la subida de impuestos en el diésel, el uso de etiquetas de emisiones o las restricciones en la circulación harán muy difícil seguir moviéndose en un coche alimentado por otra cosa que no sea electricidad.