272 fallos graves, esos son
los fallos importantes registrados y reportados por Google en su flota de coches autónomos. Esos fallos graves se entienden como todos los momentos en los que el coche autónomo en circulación ha tenido que pedir al conductor que supervisa la conducción que vuelva a tomar los mandos. Con este informe hecho público,
Google vuelve a ser el centro de las críticas sobre la conducción autónoma y los
riesgos que supone el coche autónomo para la seguridad del tráfico, pero Google ha salido al frente explicando que estos fallos graves no han terminado en accidente y que gracias a ellos se está consiguiendo un proceso de aprendizaje único y vital para que la conducción autónoma sea capaz de llegar a eliminar la posibilidad real de sufrir un accidente.
Las leyes que permiten la circulación de coches autónomos por las carreteras de California exigen el envío de un informe periódico sobre los incidentes de los vehículos en circulación, de este modo Google como una de las firmas homologadas y con mayor flota de coches autónomos en activo, ha analizado los resultados de sus pruebas hasta Noviembre de 2015. La presencia de estos 272 fallos graves ha suscitado cierta polémica, pues hablamos de
momentos en los que la tecnología no ha sabido actuar ante una toma de decisiones, bien sea por fallo de la propia tecnología o por incapacidad para resolver uno de los millones de conflictos que ha de resolver en condiciones de tráfico real. Hemos de tener en cuenta que
la tecnología de conducción autónoma basa su funcionamiento en la toma de decisiones en tiempo real, partiendo de algoritmos que analizan nuestro entorno y actuando en consecuencia a partir del conocimiento de las normativas de circulación y calculando siempre la probabilidad de incurrir en un posible accidente. Dicho esto,
Google ha reconocido que en entornos urbanos es donde la tecnología más debe seguir evolucionando ante las casi infinitas situaciones que se dan a cada instante. El proceso de predicción es el punto de partida, pero las condiciones del tráfico cambian y
existen situaciones difícilmente impredecibles que obligan al sistema de conducción autónoma a ceder los mandos al conductor que actúa como supervisor.