EL SINDICATO PIDE MEJORES CONDICIONES LABORALES
Tres grandes (e históricos) fabricantes automovilísticos se encuentran en una complicada tesitura, pues la competencia oriental tampoco hace fácil aumentar los costes.
Desde el pasado mes de julio, el sindicato de trabajadores del sector automovilístico estadounidense se halla en conversaciones con los tres grandes fabricantes de Detroit para que mejoren las condiciones laborales de sus empleados y garanticen estabilidad frente a la transición tecnológica que vive la industria. United Auto Workers, también conocida por sus siglas UAW, amenaza con una huelga en todas las plantas productivas de Ford, General Motors y Stellantis de EE.UU. si este trío de empresas no cede a las exigencias de una suma de 150.000 empleados (con un 97% de SÍ, la votación a favor de provocar un paro total ha sido casi unánime).
El Big Three norteamericano, en el que no entra Tesla al contar con una demanda casi paralela y prohibir el sindicalismo, se ve ahora en la difícil disyuntiva de complacer los reclamos de UAW o atender las pretensiones económicas de unos accionistas que ven cómo el margen de beneficio unitario (por cada coche construido) es más alto que nunca. En caso de ceder a lo primero, ganar menos dinero no es una opción, de modo que se cree probable que los costes extraordinarios se repercutan en el precio final de unos vehículos que ya están muy encarecidos. Además, algunos modelos de las marcas internacionales de Ford, GM y Stellantis se venden aquí, en Europa, de manera que este lejano problema podría salpicarnos algo.
Las decenas de miles de trabajadores implicados, quienes claman por una resolución de las negociaciones antes del próximo 14 de septiembre, piden una semana laboral más corta, unos salarios más justos (proponen prácticamente una mejora del 50%), un sistema de aumento de los honorarios que no esté fundamentado en la veteranía del empleado y un mayor grado de seguridad basado en el refuerzo de las coberturas médicas y los planes de pensiones. Sin embargo, los acercamientos por ahora han sido tímidos e infructuosos. El acuerdo queda lejos.
Ford, GM y Stellantis cuentan, aproximadamente, con entre dos y tres meses de stock (existencias) para satisfacer a sus clientes. No obstante, una huelga en el sector sería catastrófica para unos proveedores que ya han sufrido los estragos de una pandemia y de una crisis de semiconductores u otros componentes en los últimos tres años. Igual para una ciudad, Detroit, que sabe lo que significa ver hundida la industria que le hizo florecer y a la que ahora mira con incertidumbre.