Una de las historias de esta semana está protagonizada por un coche muy especial: el
Porsche 930 Turbo del 78, una joya de la automoción. El otro protagonista de esta historia es
Deryck Shakespeare, un hombre al que el destino le puso al volante de este deportivo. Primero perteneció a su tío -su familia era una gran aficionada a Porsche- y, tras la muerte de este, se quedó con las llaves para seguir mimándolo hasta ahora. "
Estos coches no son para personas con un corazón débil. Solo 28 llegaron a Australia en 1978 y poco han sobrevivido. Mucha gente los compró y lamentablemente no regresaron a casa. Terminaron en una cuneta, volcados o estrellados contra un árbol.
Su tecnología no puede hacer frente a la cantidad de caballos que ofrece," dice. Shakespeare cuida ahora a este tesoro junto a su hijo, quien en un futuro se hará con las llaves de este modelo que irá pasando de generación en generación, según dice el propietario. Un coche muy especial, que respira aires del pasado pero que vive en el futuro: "Tú lo conduces y no dices 'oh, es un poco viejo'.
Piensas que lo que estás conduciendo es un pedazo de historia que no se repetirá jamás."