Sabíamos que la imaginación no tiene límites, pero de vez en cuando tenemos que verlo para creerlo.
La historia de este belga para poder superar las trabas de su Ayuntamiento de su localidad no tiene desperdicio.Erik Vekeman cerró su pequeña tienda de alimentación, justo al lado de su casa,
y decidió darle un nuevo uso como garaje para su coche. Hasta ahí todo correcto. Sin embargo, el ayuntamiento no lo creyó así, ya que no cumplía la normativa urbanística y le denegó el permiso.
¿Rendirse? ¡Qué va! Vekeman se las ingenió y convirtió finalmente su pequeña tienda en un garaje, aunque de un modo peculiar. En primer lugar porque hay un banco justo delante donde debería haber una puerta y, espera, ¡no hay puerta! ¿O sí?
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