Limitar su uso a casos extremos
Los sindicatos quieren evitar a toda costa que se sigan realizando pruebas de alcoholemia masivas en las carreteras
Los controles de alcoholemia son una práctica habitual en nuestras carreteras desde hace ya décadas: se trata de minimizar los riesgos y, por tanto, aumentar la seguridad de todos los que utilizamos las carreteras. Cada vez son más precisos, más exactos y más flexibles. Sin embargo, en las últimas horas hemos conocido como algunos sindicatos policiales han manifestado sus quejas por la realización de los controles de alcoholemia en algunas zonas.
¿A qué nos estamos refiriendo? Hablamos de las exigencias de la sección sindical de Comisiones Obreras (CCOO) de la Guardia Urbana de Barcelona, que ha pedido que se minimicen los controles de alcohol y drogas a casos flagrantes en los que existan “signos y/o síntomas evidentes de embriaguez”.
El motivo de estas demandas parece razonable: consideran que existe un alto riesgo de contagio de Covid-19 durante la realización de estas pruebas debido a la propia naturaleza de la prueba, en la que se expira aire a través de un etilómetro. Se calcula que en cada prueba se soplan alrededor de 2 litros de aire, lo que implica la exhalación aproximada de unas 20.000 partículas de Covid en caso de estar contagiados.
¿Significa esto que se van a dejar de realizar pruebas de alcoholemia? La respuesta es clara: no. Las pruebas de alcoholemia han seguido -y seguirán- realizándose, ya que suponen un pilar fundamental en el trabajo de seguridad preventiva de las autoridades de seguridad vial. ¿Podemos aducir razones de riesgo sanitario para no realizar la prueba? Tampoco es posible: deberás realizarla si las autoridades te lo ordenan, arriesgándote a cometer una infracción de tipo muy grave si no realizas la prueba.