Podría suponer un antes y un después
Tras la abrasiva necesidad de descarbonizar el automóvil, la vista se ha puesto en uno de los medios de transporte que más contamina, el avión.
Desde hace años se lleva insistiendo -con cada vez más vehemencia- en la necesidad de crear un parque automovilístico sostenible de la mano de mecánicas híbridas y eléctricas. Esto ha obligado a crear un contexto legislativo capaz de asentarlo pero, al mismo tiempo, suscitado a las masas por doblegar a un medio de transporte que no es el más contaminante. Y es que ahora Vueling de la mano de Repsol han operado el primer vuelo con biocombustible en busca de descarbonizar el avión.
El vuelo se ha realizado con motivo del Tourism Innovation Summit en Sevilla, surcando un total de 820 kilómetros hasta Barcelona, su destino final. Y es que, al fin de cuentas, las energías comprometidas con el cuidado del medioambiental se emplearán, fundamentalmente, en vuelos comerciales tanto nacionales como internacionales.
No obstante, el hacer un vuelo más eficiente y menos contaminante no pasa solo por emplear otro tipo de sustento, sino también por mejorar otros aspectos. Entre ellos se encuentra la reducción de peso, algo posible después de que Vueling sustituyese los asientos convencionales por otros más ligeros o la aplicación de nuevos alerones ideados para mejorar la aerodinámica y aumentar la sustentación a baja velocidad.
Pero el punto álgido de este vuelo sostenible radica en el biocombustible de Repsol, que se consigue a partir de la transformación de la biomasa a través de procesos mecánicas, termoquímicos y biológicos. De esta forma, la propia compañía asegura que con este vuelo se ha logrado reducir las emisiones a la atmósfera en 2,5 toneladas de CO2 respecto a un vuelo convencional.
Así, IAG también ha firmado un acuerdo con Velocys, empresa especializada en tecnología de combustibles sostenibles y con la cual está planeado adquirir 220.000 toneladas de combustible de aviación sostenible durante 10 años. Con esta premisa, se espera alcanzar las cero emisiones de CO2 en el año 2050 por parte de la aviación.
Para ello, Repsol se aventuró en 2020 en la tarea de construir su primera planta de biocombustible en España, y la cual entrará en funcionamiento en 2030. Esta se encontrará en Cartagena y tendrá una capacidad de 250.000 toneladas anuales de biocombustibles.