¿RENTING O COMPRA?
El renting no se diferencia tanto a comprar un coche hoy en día como puede parecer. De hecho, los modelos de compra de coches cada vez son más parecidos al renting.
Siempre he sido un firme defensor del renting. No como la panacea para tener coche, pues la mejor opción dependerá de cada caso en concreto. Pero lo más curioso es que en España resulta difícil defender el modelo del renting porque existe mucho prejuicio a eso de "no tener un coche en propiedad". Tal es así que, incluso me costó convencer a mi mujer cuyo interés en los coches era nulo, de que el renting era una buena opción. Por esa idea preconcebida que existe de que el renting no es más que el alquiler de un coche. Y sí, en parte lo es. Pero la pura realidad de todo esto es que un renting no se diferencia mucho de lo que es hoy en día comprar un coche.
Si uno va al sentido estricto de la palabra renting de coche y al de la palabra alquiler, resulta fácil concluir que un renting es un alquiler. Ahora bien, si analizamos lo que es tener un coche y lo que es tener un renting, tampoco encontraremos muchas diferencias.
Disponer de un coche que podamos utilizar nosotros y únicamente nosotros. Eso es tener un coche. Y eso es tener un renting.
Los alquileres de coches están limitados en el tiempo. Son de corta duración y por lo general están vinculados a una serie de restricciones de kilómetros, de método y lugar de devolución, e incluso de fórmula de seguro y franquicia que nos condicionan el uso del vehículo. Uno no sabe siquiera los kilómetros que tiene el coche cuando lo recoge, y a veces ni siquiera el modelo exacto o los detalles del equipamiento que tiene.
Pero eso no es un renting. En un renting el modelo de coche a elegir puede ser exactamente el que uno quiera. Es verdad que hay determinadas ofertas que son para modelos con un equipamiento en concreto. Pero también ocurre así en el caso de la compra de un coche. Y de hecho, tanto en una caso como en otro es posible solicitar mejoras y personalizaciones que, por supuesto, modificarán el presupuesto final. En un renting siempre hablaremos de larga duración, siendo de unos dos, tres o cuatro años de forma estándar. Y sin estar esta limitada, pudiendo incluso después modificar las condiciones.
Y es posible configurar un seguro a todo riesgo sin franquicia que nos permita desplazarnos sin preocupaciones de un posible accidente.
Dicen que todavía existen personas que compran coches nuevos al contado y sin financiar, aunque también hay quien afirma que es una leyenda. Lo cierto es que los precios de partida de los coches al contado suelen ser más altos que si se financian, lo que hace que el modelo de financiación suela ser algo más interesante.
Las financiaciones de coches hoy en día implican igualmente el pago de una cuota mensual durante unos años, con una entrada y con un pago final. Es el sistema típico de financiación hoy en día. La última cuota suele equivaler al valor que el coche conservará en el momento del pago de esta restándole el valor de la entrada de un nuevo coche. Es decir, está diseñada para que al final del pago de todas las cuotas, uno elija entre quedarse el coche o cambiarlo por uno nuevo.
¿Cuál es la diferencia con el renting? En ese sentido, ninguna.
Una de las cosas que se vendían del renting como algo muy bueno es el hecho de no tener que preocuparse de si al coche le sucede algo, bien en cuestiones de garantía, averías mecánicas, revisiones, pago de tasas, etc, pues el usuario en realidad está contratando un servicio que incluye el uso del coche y todo lo demás. Por lo general incluyen seguro, y puede ser con franquicia o sin ella.
Hoy en día incluso hay muchas modalidades de financiación de coche que incluyen unos años de seguro. La diferencia con el renting en esos casos es prácticamente nula. En un caso tenemos el coche en propiedad y en el otro tenemos un servicio contratado con un compromiso de permanencia.
Pero tener el coche en propiedad no aporta nada especial en el día a día de una persona. En todo caso, puede conllevar unas cargas determinadas de obligatorio cumplimiento. En caso de no poder seguir pagando cuotas, el compromiso financiero que tendremos será total y estaremos completamente expuestos a tener que responder a la deuda por el valor total del coche, cayendo sobre nosotros la responsabilidad de realizar la venta del coche para hacer frente a dicha deuda. En el caso de un renting, aun con penalizaciones, existiría la posibilidad de liquidar el contrato, ceder el contrato a otra persona, o llegar a un acuerdo con la empresa de renting.
Si vamos a un modelo de financiación lineal, donde no hay un pago final sino únicamente una entrada, igualmente tenemos un pago mensual para poder hacer uso del coche. Es un modelo de financiación más clásico y más propio al que era habitual hace años. El coste del coche no cambia, solo el momento en el que realizamos los pagos importantes. En el renting dividimos completamente el pago mes a mes de forma proporcional, en los modelos de financiación modernos tenemos dos pagos importantes al inicio y al final del contrato y un pago mensual durante la duración establecida, buscando incentivar la compra al acabar de pagar el contrato. Y con el modelo clásico teníamos un desembolso importante al principio, acompañando de un pago fijo mensual hasta acabar de pagar el coche y tenerlo en posesión.
Esto último, lo de tener en posesión el coche, es lo que históricamente ha gustado tanto a los usuarios. Con argumentos como:
Pero estos argumentos, aunque válidos, son cada vez menos relevantes en el contexto actual, donde las necesidades de movilidad están cambiando y donde las personas valoran más la flexibilidad que la posesión. Veamos por qué:
Para muestra de todo esto un botón. Pongamos el caso del Nissan Qashqai, disponible ahora mismo directamente a través de la marca a un precio promocional de 25.900 euros en su versión Acenta 4x2 microhíbrida de 140 CV.
Dicho precio promocional requiere de una financiación de 38 meses con una entrada de 4.245,06 euros, 37 cuotas de 190 euros y una última cuota de 20.389,04 euros. Coste total a plazos: 32.091,38.
El mismo coche en una conocida web de renting son 351 euros/mes con IVA incluido, para un contrato de tres años, sin entrada, ni depósito ni franquicia.
Tras 36 meses habremos pagado 12.636 euros en concepto de renting. Si por contra hemos optado por la financiación, habremos pagado algo menos, pero aún tendremos el compromiso de pagar más de 20.000 euros para liquidar la última cuota. Y teniendo que sumar a esto el seguro del coche a todo riesgo que sí va incluido en el renting. Dejamos de lado cuestiones de mantenimientos, averías serias y cambio de neumáticos que a priori o no serían un problema o estarían cubiertos por la garantía.
La cuestión es que tras finalizar el renting la mayoría de las empresas que nos ofrece el servicio nos ofrecen también quedarnos el vehículo a un precio similar al que lo tasan las marcas en una financiación.
La única cuestión que todavía queda por valorar es la posibilidad de vender el coche por nuestra cuenta para obtener un mayor rédito en caso de querer comprar otro coche.
Buscando un Nissan Qashqai de segunda mano con tres años y unos 30.000 km podemos encontrar unidades que van desde los 19.000 euros hasta los 25.000 euros, con garantía e IVA incluidos. Como particulares, son condiciones difíciles de equiparar en la venta. Y aun así, tendríamos que sacar más de esos 20.389,04 euros de la cuota final para que salga interesante. De nuevo, no teniendo en cuenta el seguro a todo riesgo.
He elegido el coche de forma bastante azarosa. Cada caso puede ser distinto en función de las ofertas disponibles y del tipo de usuario, pues nunca sería igual alguien que realice muchos kilómetros al año que alguien que no, o alguien que viva en zona de bajas emisiones o con una normativa muy cambiante. Así como tampoco será lo mismo para quien tiene una empresa o es autónomo y tiene la posibilidad de obtener bonificaciones adicionales en el renting.
En gran medida, se debe a una cuestión cultural. En España, el coche ha sido históricamente un símbolo de estatus y autonomía, y la propiedad sigue siendo percibida como algo deseable. Sin embargo, esto está cambiando, especialmente entre las generaciones más jóvenes, que valoran más el acceso que la posesión. Servicios como el renting, el carsharing o incluso las suscripciones de vehículos están ganando terreno porque ofrecen soluciones más adaptadas a las necesidades actuales.
En resumen, el renting no es mejor ni peor que la compra de un coche, simplemente es diferente. Para quienes valoran la flexibilidad, la tranquilidad y la previsibilidad en los costes, es una opción más que interesante. Y para quienes prefieren la seguridad de tener un coche propio, aún existen modelos de financiación y compra que satisfacen esas necesidades. Lo importante no es elegir un sistema u otro, sino comprender las propias necesidades y optar por la solución que mejor se adapte a ellas. Porque al final, no se trata de si el coche es propio o de renting, sino de que cumpla su propósito: facilitarnos la vida.