MÁS RIESGO DE ACCIDENTE
Algunos fármacos provocan efectos secundarios en ciertas personas, reduciendo la seguridad al volante. Se trata de efectos secundarios indeseados, pero a veces inevitables. Estos son los más habituales.
Desde hace tiempo, la Dirección General de Tráfico advierte a los conductores sobre los peligros de ponerse al volante bajo los efectos de algunos medicamentos. Y es que, si bien no existe una conciencia tan expandida sobre ello, ciertos fármacos pueden ser tanto o más peligrosos que el consumo de drogas o de alcohol cuando se circula con un vehículo en vías públicas. Según el organismo, entre los más arriesgados se encuentran los analgésicos, antidepresivos, antidiabéticos, vasodilatadores, antihipertensivos y anticonvulsivos.
Los analgésicos, comúnmente utilizados para aliviar el dolor de cualquier tipo, pueden causar somnolencia y reducir la capacidad de atención del conductor, limitando sus reflejos y aumentando las probabilidades de accidente. Los antidepresivos, aunque mejoran el estado de ánimo, pueden provocar mareos, visión borrosa, letargo y hasta una importante ralentización de las reacciones ante situaciones de emergencia.
Por su parte, los antidiabéticos, que son importantes para controlar el nivel de azúcar en sangre, pueden causar hipoglucemia, lo que puede traducirse en cierto grado de confusión, desorientación e incluso pérdida del conocimiento mientras se conduce. Los vasodilatadores y antihipertensivos, utilizados para tratar la presión arterial demasiado alta, pueden ocasionar vértigos, debilidad y desmayos, afectando de forma negativa a la capacidad de manejo. Por último, los anticonvulsivos, empleados normalmente para prevenir temblores, pueden generar fatiga, vahídos graves y alteraciones visuales, lo que incrementa el riesgo de siniestro.
Es importante tener en cuenta que una gran parte de la población, especialmente la de edad avanzada (personas mayores de 70 años), consume alguno de estos fármacos, lo que subraya la relevancia de esta advertencia de la DGT. Conducir bajo la influencia de los medicamentos anteriormente citados, y otros como ansiolíticos, antihistamínicos y antitusígenos, representa una merma significativa de la seguridad vial, tanto para el conductor y sus acompañantes como para los demás usuarios de la carretera.
Evidentemente, el uso de pastillas recetadas por médicos para tratar una enfermedad es capital en muchos casos para mejorar nuestra calidad de vida y, además, las posibles consecuencias que derivan de su ingesta, debida y específicamente prescrita en la cantidad y la cadencia adecuadas, dependen de cada individuo. Ante la duda, resulta fundamental maximizar las precauciones cuando nos medicamos y no optar por sentarse a los mandos de un vehículo si no nos sentimos con plenas capacidades para manejarlo.