MÁS PROBABILIDADES DE SUFRIR UN ACCIDENTE
Las carreteras españolas necesitan una buena dosis de mantenimiento que, en ocasiones, no se aplica a tiempo. Por eso es responsabilidad del conductor conocer el estado de la vía y adaptar su conducción a las condiciones que lo rodean para minimizar los riesgos en cada trayecto al volante
La red vial española está formada por decenas de miles de kilómetros de asfalto que, unidos, tejen una red de carreteras con las que cualquier conductor es capaz de desplazarse a cualquier punto de España sin mayor problema que enfrentarse a unas condiciones de circulación más o menos favorables. Desde las autopistas de peaje más nuevas y equipadas hasta las carreteras convencionales más aisladas y desérticas, lo cierto es que es necesario un esfuerzo conjunto para que la seguridad vial siga siendo la más alta posible.
Hablamos de un esfuerzo conjunto porque, además del esfuerzo por parte de las administraciones para conseguir que las carreteras muestren un correcto estado de conservación, también es necesario que los conductores sean conscientes, en todo momento, de las condiciones tanto de la vía como del tráfico y, por tanto, sean capaces de adaptar su conducción para que ésta sea lo más segura y tranquila posible.
Sin embargo, es obvio que en ocasiones tenemos que circular por tramos de carreteras que no se encuentran en su mejor momento, lo que puede suponer un problema añadido de cara a la seguridad del tráfico. Es precisamente eso lo que se desprende en los datos y conclusiones del último estudio de EuroRAP (European Road Assesment Program) en el que se muestran los tramos más peligrosos de las carreteras europeas, entre los que se encuentran ocho tramos repartidos por la geografía española.
Los ocho tramos más peligrosos de las carreteras españolas
En este estudio se analiza la siniestralidad y peligrosidad de miles de carreteras, mostrando las fortalezas y debilidades de las mismas. En España contamos con ocho tramos en los que la peligrosidad es especialmente alta, tramos repartidos por todo el país:
Como se puede apreciar, se trata de vías siempre de tipo convencional, donde las medidas de seguridad y la cantidad de servicios disponibles es generalmente menor que en una vía de tipo rápido (autovía o autopista). En estas carreteras, además, se aprecia una carga de tráfico sensiblemente inferior a la media para una carretera de tipo convencional, lo que a la postre supone también un problema de cara a garantizar unos mínimos de seguridad ya que es más sencillo relajarse y reducir la atención al volante lo que, a su vez, incrementa la posibilidad de sufrir un accidente de tráfico.