LA CIUDAD, EL ESCENARIO HABITUAL
Todo dependerá del incidente y de las circunstancias en las que se produce, pero hay una serie de supuestos que establecen las bases para saber quién es el causante.
Según los datos de la Dirección General de Tráfico (DGT), en 2019, un total de 381 personas perdieron la vida en un accidente de tráfico y los peatones representaron el 22% de esos fallecidos. Estos incidentes tuvieron lugar, en su mayoría, en las localidades: cruces, intersecciones, semáforos… Son puntos en los que el riesgo aumenta para ellos debido a la interacción que establecen con los otros vehículos: ¿de quién es la culpa en estos casos: de los propios peatones o de los coches?
A la hora de esclarecer de quién es la responsabilidad en un accidente, muchas veces el debate está servido porque las causas no están lo suficientemente claras. Evidentemente cada situación es distinta y tiene sus propios matices, pero hay una serie de supuestos que pueden servir de punto de partida. VER VÍDEO DE ARRIBA
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Cuando estamos al volante, hay muchos gestos que repetimos sin darnos cuenta y lo cierto es que algunos pueden suponer un problema para nuestra seguridad. Uno de los más frecuentes es apoyar en el codo en la ventanilla, una postura que puede ser sancionada aunque la normativa no la recoja de forma específica.
Ya sea por comodidad o por costumbre, es habitual cruzarse con muchos conductores que apoyan el brazo en la puerta mientras van circulando por la ciudad o por carretera. Es un ademán muy característico y, al mismo tiempo, una mala praxis. No sólo incumplen la norma sobre cómo colocar las manos en el volante, también están poniendo en peligro la seguridad vial. Si los agentes así lo consideran puede acarrear una sanción.
La Dirección General de Tráfico (DGT) ha puntualizado en varias ocasiones que la multa no se pone por sacar una parte del cuerpo fuera del coche, sino porque ese gesto afecta a nuestra conducción poniendo en riesgo nuestra seguridad, la de nuestros acompañantes y la del resto de actores de la vía. No en vano, ante un imprevisto no tendremos el control del volante y, por lo tanto, tampoco el del vehículo.