Mercedes nos muestra cómo eran las pruebas con Airbags en sus inicios
El trabajo entre bambalinas en la industria del automóvil puede ser incluso más tortuosa cuando echamos medio siglo la vista atrás.
La evolución de los sistemas de seguridad ha permitido que las cifras de mortalidad en la carretera se hayan reducido considerablemente con el paso de los años. Las mejoras de las vías, el desarrollo de los sistemas de producción y la experiencia y estudio han llevado a que el transporte por carretera sea mucho más seguro de lo que se podrían imaginar los técnicos y los conductores hace sesenta años.
En Daimler comenzaron a trabajar en la implementación de los airbags desde finales de la década de los sesenta, algo que los llevó a realizar numerosos test hasta que el sistema terminó por llegar a sus vehículos de producción, habiendo pasado apenas 35 años desde que también se introdujera en el asiento del pasajero. La marca germana presume de haber sido el primer fabricante que introdujo en su proceso de desarrollo las pruebas sistemáticas de choque.
Si en la actualidad se utilizan instalaciones ultrapreparadas como las del TFS (Centro de Tecnología para la Seguridad del Vehículo en) Sindelfingen, en el pasado las pruebas se desarrollaban en entorno menos preparados y de una forma un tanto rudimentaria. El 10 de septiembre de 1959, un Mercedes-Benz 190 chocó contra un obstáculo de 17 toneladas. Se optó por retirar las puertas a fin de poder apreciar con una cámara situada en un lateral los movimientos que realizaban el maniquí del conductor en el momento del choque, así como las deformaciones del chasis.
En aquel momento se empleó un cabestrante, pero una buena muestra de lo poco preparadas que se encontraban esos primeros experimentos es que en algunas ocasiones incluso se empleó otro vehículo para empujar el choque de prueba desde atrás. Posteriormente, se dejó paso incluso a un cohete de vapor, obsoleto si lo comparamos con las lanzaderas actuales que actúan de una forma similar a las que se emplean en los portaviones para ayudar a que despeguen en una distancia muy corta.
Obviamente, las pruebas de choque eran protagonizadas por maniquíes equipados por unos pocos sensores, los cuales eran acompañados por sacos de arena que simulaban el resto de pasajeros. En cambio, hubo otras pruebas que se realizaron con personas reales, incluido aquellas en las que con el coche en estático o con un habitáculo de pruebas, se accionaba el sistema de despliegue del Airbag para asegurase de que no provocara lesiones al conductor en caso de que este se produjera una deflagración accidental del mismo. Incluso con el factor gafas, cualquier detalle se cuidaba para tratar de estudiar cualquier situación.