VUELVE EN JULIO

¿En qué consiste la prueba OBD, una de las más temidas en la ITV?

Debido a la pandemia del coronavirus, las inspecciones dejaron de llevar a cabo la prueba OBD que regresa a partir del 1 de julio

A partir del 1 de julio de 2022, las inspecciones técnicas recuperan la diagnosis OBD. Una revisión que, pandemia aparte, lleva formando parte de estas inspecciones desde 2018. Eso sí, a pesar del tiempo transcurrido, son muchos los conductores que la temen porque no saben, concretamente, en qué consiste. Así funciona una de las pruebas más temidas de la ITV.

Como apuntábamos hace un momento, debido a la pandemia del coronavirus, las inspecciones dejaron de llevar a cabo la prueba OBD y ahora está de vuelta. Este análisis electrónico, que solamente se aplica a determinados vehículos, se implantó de forma obligatoria en 2018 y se realiza a través de un puerto de diagnosis estandarizado: el On-Board Diagnostics (OBD), de ahí su nombre.

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No para todos

Todas las estaciones de la ITV están equipadas con los dispositivos de análisis OBD, pero, como adelantábamos antes, no todos los vehículos tienen que superar esta prueba. Sólo los M1 y N1 (turismos de hasta nueve plazas y vehículos destinados a carga de no más de 3.5 tn) homologados bajo normativa de emisiones Euro V o posterior y los M1 y N1 homologados bajo normativa de emisiones Euro VI o posterior. Es decir, los matriculados a partir de enero de 2011 o a partir de enero de 2014 en el caso de los industriales.

El objetivo de la prueba OBD

El objetivo de esta prueba es detectar fallos o manipulaciones en los sistemas anticontaminación y en los de seguridad. ¿Cómo los identifica? Conectándose a nuestro coche y, a través de sus sensores, recogiendo una serie de datos que son enviados a la central de diagnosis. Esta información sirve para comprobar el estado del vehículo y si hay averías o anomalías, desvelará las causas y proporcionará soluciones.

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Lo hace asignando un código compuesto por la letra ‘Y’ (todos comienzan así) y cinco dígitos: YXXXXX. Cada uno de ellos aporta información concreta sobre el fallo. El primero desvela el origen con una P (electrónica de motor y transmisión), una B (carrocería), una C (chasis) o una U (no definido). El segundo identifica la organización responsable de definir el código: 0 (SAE: código común a todas las marcas) y 1 (fabricante del vehículo).

El tercero se encarga de concretar qué es lo que no está funcionando como debería: 0 (sistema electrónico completo), 1 y 2 (control del aire y combustible), 3 (sistema de encendido), 4 (control emisión auxiliar), 5 (control de velocidad y ralentí), 6 (ECU y entradas y salidas) y 7 (transmisión). Y, por último, el cuarto y el quinto dígito aportan información específica sobre el fallo.

¿Y si detecta algún fallo o manipulación?

Si la prueba OBD identifica averías o anomalías en el funcionamiento de los sistemas anticontaminación (filtros de partículas, la válvula EGR, los catalizadores de urea…) o si comprueba que en los sistemas de seguridad (airbags, pretensores, testigos de los cinturones…) tienen algún problema, que el testigo de avería de motor (MIL) no se apaga o no se enciende o que el historial de averías ha sido eliminado una hora antes de la inspección o el vehículo ha recorrido menos de un kilómetro desde ese borrado, el resultado será un defecto grave y el vehículo no superará con éxito la ITV.