INCREMETO DE PRECIOS DESDE NOVIEMBRE
El precio de la gasolina y el diésel no ha parado de crecer desde el pasado mes de noviembre, algo que repercutirá en el bolsillo del conductor.
Si pasas por la gasolinera de forma regular te habrás dado cuenta de que, desde el pasado mes de noviembre, el precio de la gasolina y el diésel no ha parado de subir. Hoy en día llenar el depósito es un 15% más caro que a finales de 2020: la gasolina acumula un incremento del 12,2% y el diésel del 14,9%. Un comportamiento que repercute en el bolsillo del conductor, que este año pagará 200 euros más de combustible: ¿por qué?
Desde que arrancó 2021, el barril Brent (el índice de referencia que se emplea en Europa) ha subido un 31% situándose cerca de los 60 euros. El West Texas International (el que usan en Estados Unidos) se ha incrementado un 32% aproximándose a los 55 euros. Un encarecimiento que tiene tres explicaciones.
Tres motivos
La primera de ellas es el encallamiento del Ever Given en el Canal de Suez, una zona por la que circula gran parte del petróleo refinado que se consume en el mundo. Tanto el parón como el posterior atasco han provocado que el Brent y el WTI se encarecieran un 5% en una sola jornada. No obstante, este motivo es eventual y reciente. Hay otros que recurrentes a los que debemos el comportamiento que el combustible está teniendo en los últimos meses.
El primero de ellos son las perspectivas que existen sobre una mejora de la economía global gracias a las vacunas contra el coronavirus. El segundo pasa por las decisiones de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP): en distintos momentos del segundo semestre de 2020 sus integrantes apostaron por reducir el bombeo de la materia prima y el barril se revalorizó. Ahora deben decidir si mantienen el ritmo actual (unos ocho millones de barriles diarios) o si aumentan la producción en 500.000 barriles.
Entre 180 y 210 euros de sobrecoste
Todo esto desemboca en una constante subida del petróleo, que lleva varios meses cotizando al alza. Una tendencia que, por ahora, no tiene visos de ser interrumpida. En este escenario, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha hechos las cuentas para saber cómo repercutirá la situación en el bolsillo del conductor. Si se mantiene el actual ritmo de subidas, un coche que haga 20.000 kilómetros pagaría hasta 210 euros más al año si es de gasolina y 180 euros si es diésel.
A esto hay que añadir otro apunte de la OCU: pone en duda que se apliquen correctamente los mecanismos que regulan los costes del combustible. Y es que cuando el petróleo aumenta de precio, esta subida se traslada de forma inmediata a los precios que nos encontramos en los surtidores. Sin embargo, cuando ocurre lo contrario y la materia prima se abarata… las cifras de la gasolina y el diésel no disminuyen tan rápidamente porque, según apuntan, esa bajada no se aplica en su totalidad.