DISEÑADOS PARA CAPTAR EL RUIDO
Este tipo de radares están diseñados para registrar los ruidos emitidos por los vehículos, y poder multar a los que sobrepasen el umbral de ruido permitido por la normativa.
Este tipo de radares se han desarrollado para captar los coches y motos que superen el umbral de ruidos permitidos por la normativa. Es decir, captan el sonido emitido por los vehículos.
Se conocen cómo ‘radares medusa’ debido a su aspecto característico con forma de tentáculos. Equipado en su interior con cinco micrófonos que permiten captar y escanear sonidos hasta un total de diez veces por segundo. Además, cuenta con una cámara que abarca los 360º con los que poder fotografiar al infractor que supere el umbral de decibelios permitido y poder multarle por ello.
Dónde han empezado a multar
La contaminación acústica es uno de los quebraderos de cabeza de las grandes ciudades europeas, según la Agencia Europea del Medio Ambiente, la contaminación acústica causa 16.000 muertes prematuras en Europa.
En Francia han comenzado a instalar 'radares medusa' en un total de catorce de sus ciudades por el momento. Estos radares están en periodo de prueba, si los resultados obtenidos son concluyentes, el país galo tiene intención de extenderlos al resto del territorio a comienzos de 2023.
El nivel de decibelios que puede alcanzar un vehículo está todavía por determinar, se decidirá cuando concluyan la fase experimental. Por ahora, está regulado por un decreto que estable multas de 135 euros para aquellos infractores que superen los 90 decibelios en zonas de circulación máxima de 50 km/hora.
Radares de ruido en España
En nuestro país de momento, los conductores pueden estar tranquilos. La DGT no tienen intención de instalar radares de ruido o cámaras acústicas en las carreteras. Debemos recordar que en muchos ayuntamientos españoles el exceso de ruido está regulado a través de las ordenanzas. La mayoría de esas ordenanzas establecen un margen de 4 dB por encima del ruido marcado en la ficha técnica del vehículo.
Sin embargo, en Barcelona, desde el pasado mes de julio, se han instalado a modo de prueba (no multan por el momento) este tipo de radares. Los datos que recojan se envían a la DGT, que decidirá si los acaba utilizando y, en tal caso, preparará una normativa sobre su futura aplicación.
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