Las etiquetas ambientales seguirán como están
Las etiquetas ambientales no se tocan, al menos de momento: la reforma del etiquetado y clasificación según el potencial contaminante de los vehículos tendrá que esperar.
Las etiquetas ambientales llegaron a nuestros coches hace ya varios años con el firme propósito de convertirse en un método rápido y fiable para organizar el parque automovilístico español según un criterio que cada vez toma más peso en nuestro día a día: el potencial contaminante. Tras un arranque dudoso, con ciertos "tambaleos" y errores, parece que a día de hoy el sistema de etiquetado se ha convertido ya en norma y que la inmensa mayoría de usuarios conoce su funcionamiento.
En la actualidad, las etiquetas ambientales disponibles se reducen a cuatro, que ya todos conocemos:
Los vehículos más antiguos no reciben ninguna etiqueta, siendo los más "vulnerables" a la hora de las restricciones de circulación provocadas por los protocolos anticontaminación. Sin embargo, la llegada de nuevas tecnologías de impulsión ha hecho que el propósito de las etiquetas ambientales se haya "diluido" en los últimos años, lo que ha obligado a la DGT a tomar cartas en el asunto.
La DGT quiere reformar las etiquetas ambientales
De hecho, la Dirección General de Tráfico quería reformar las etiquetas, pero para ello debía contar con un amplio consenso entre fabricantes, administraciones, asociaciones...algo que de momento no ha llegado. Tanto es así, que el propio director de la Dirección General de Tráfico, Pere Navarro, ha tenido que admitir que la reforma de las etiquetas ambientales está parada hasta próximo aviso.
La intención de la DGT era tener lista una reforma del sistema de etiquetado para el pasado mes de julio, justo antes de las "vacaciones de verano", pero no ha podido ser ya que, según Navarro, "está siendo muy difícil alcanzar un consenso entre todas las partes", lo que unido a otras necesidades más acuciantes ha terminado por suspender sin fecha la reforma del etiquetado ambiental.
Las propuestas que más fuerza habían tomado eran la de retirar la etiqueta ECO a los coches con sistemas "microhíbridos" o mild-hybrid, la de diseñar una nueva etiqueta "D" para los vehículos más modernos o endurecer los requisitos para que los híbridos enchufables pudieran acceder a la etiqueta CERO. Nunca, eso sí, con efecto retroactivo, ya que según Pere Navarro de lo contrario se produciría un escenario de inseguridad jurídica que afectaría gravemente a la industria del automóvil.