SENCILLO PERO ESENCIAL
Mantener las presiones de los neumáticos en sus valores adecuados, si bien no es una garantía, contribuye a sufrir menos averías y accidentes.
En la rutina del conductor promedio, hay un aspecto fundamental del mantenimiento del vehículo que a menudo pasa desapercibido: la comprobación de la presión de los neumáticos y su eventual corrección. Este elemento, aparentemente simple, juega un papel crucial en la seguridad, el rendimiento y la durabilidad de un automóvil. Por ello, es esencial entender la importancia de revisar tales valores en las ruedas cada 30 días, como mínimo, siempre que se le dé al coche un uso habitual.
Las presiones recomendadas por el fabricante pueden variar según las condiciones de carga del vehículo, es decir, con más o menos peso. Lo normal es hallar esa información detallada en una etiqueta adherida en el marco de la puerta del conductor, en la parte trasera de la tapa del depósito de combustible o, en la totalidad de los casos, en alguna página del manual del usuario. Prestar atención a estas especificaciones es capital, ya que las presiones incorrectas pueden tener consecuencias muy indeseadas.
Para garantizar que los neumáticos estén inflados correctamente, es necesario utilizar un medidor de densidad de aire. Esta herramienta, conocida como manómetro, se puede encontrar en la mayoría de las estaciones de servicio, así como en tiendas de accesorios para automóviles, ferreterías y otros establecimientos. Si no quieres gastar dinero en uno de estos dispositivos, muchas gasolineras están equipadas con máquinas de aire que permiten introducir o extraer aire los neumáticos de manera 100% gratuita.
Los efectos de una presión incorrecta en las ruedas pueden ser muy negativos. Cuando los neumáticos están demasiado inflados, se reduce el área de contacto con el asfalto, lo que resulta en una tracción deficiente y un desgaste irregular de los neumáticos. Por el contrario, si la presión es demasiado baja, aumenta el riesgo de pinchazos, las posibilidades de pérdida de control del vehículo y el consumo de carburante debido al incremento de la resistencia a la rodadura.
Además de los problemas técnicos y de un mal comportamiento dinámico del coche, las presiones incorrectas también representan un gran peligro para la seguridad de los ocupantes. Y es que un neumático excesivamente desinflado o sobrecargado significa un mayor tiempo de frenado, especialmente en condiciones de emergencia, lo que multiplica el riesgo de colisión. En casos extremos, un valor erróneo (se mide en bares, pascales o PSI) puede provocar un reventón repentino con graves consecuencias.
La revisión regular (al menos una vez al mes o cada 1.500 km) de las presiones de los neumáticos es una práctica que, más allá de estar recomendada por la DGT y por los propios fabricantes de automóviles, debería ser obligatoria con el objetivo de favorecer la seguridad vial y el adecuado rendimiento del vehículo, pudiendo evitar tanto averías como potenciales accidentes. Es un gesto fácil, pero relevante, que todo conductor debe valorara para minimizar daños y/o contratiempos.