Centímetros Cúbicos
Cerca del 7% de la población sufre amaxofobia o, lo que es lo mismo, miedo a conducir. Se trata de una inseguridad y nerviosismo permanentes y desproporcionados que surge antes y durante la acción de conducir.
Cerca del 7% de la población sufre amaxofobia o, lo que es lo mismo, miedo a conducir. Se trata de una inseguridad y nerviosismo permanentes y desproporcionados que surge antes y durante la acción de conducir.
Está más presente en mujeres y en conductores de entre 30 y 40 años, impidiéndoles, incluso, ponerse al volante. La suelen reconocer más mujeres que hombres, no porque la acusen más, sino porque a ellos les da más vergüenza.
Generalmente, son personas que han estado mucho tiempo sin conducir y que, por lo que sea, tienen que volver a hacerlo. Entonces se ven sumidos en una ansiedad que les hace pensar que no son capaces de coger el coche. Aunque también pueden padecerla personas que han sufrido graves accidentes de tráfico.
Hay dos niveles de intensidad, el relativo y el extremo. En el primero, los individuos entienden la conducción como algo desagradable, aunque usan el vehículo en contadas ocasiones, esquivando ciertas condiciones climatológicas o de la carretera.
El extremo es mucho más radical, ya que quien lo padece no es capaz de ponerse a los mandos del vehículo aunque tengan el permiso de conducir.
Los síntomas son claros y entre ellos se encuentran una ansiedad extrema, sudoración abundante, vértigos, fuertes dolores de cabeza, taquicardias y temblores incontrolados, ganas de llorar, molestias estomacales, agarrotamiento muscular o depresión.
Hay ciertas situaciones donde se estresan más, bien porque crean que pueden perder el control o porque no puedan encontrar una salida y se vean encerrados como circular por puentes o túneles. También sienten más presión y desconcierto con la velocidad ya sea en incorporaciones a vías rápidas, en curvas cerradas y peraltadas o en bajadas.
También se agobian sobre manera a la hora de aparcar. La amaxofobia, como cualquier otra fobia, se puede tratar y superar, pero hay que ser constante. El primer paso es que el afectado sea consciente de que la sufre, cómo se manifiesta y en qué nivel está, y quiera trabajar para superarla.
Después es pertinente pedir ayuda profesional. La amaxofobia se trata en tres niveles: El primero, se propone desterrar todos esos miedos que impiden sentarse al volante.
Tras el primer nivel, se trabaja sobre técnicas de relajación para evitar el estrés y la tensión que al paciente le produce el verse con las manos al volante.
Con ejercicios de autocontrol, ese pico de nerviosismo y ansiedad tiende a desaparecer, dejando paso a la autoconfianza.
Por último, siguen plan de enfrentamiento gradual, poco a poco para acabar con la inseguridad. Se requieren, como mínimo, unas 30 sesiones según varios psicólogos.
Se suele dar una sesión por semana, por lo que el tratamiento completo tiene una duración de unos siete meses y medio.