PEQUEÑO Y ECONÓMICO
El MG3 no viene a buscarse un hueco, sino a dar codazos en la categoría más reñida: la de los utilitarios asequibles. Híbrido o gasolina, tú decides.
Durante años, MG era esa marca que los nostálgicos recordaban con cariño y los más jóvenes apenas sabían situar. Pero desde que los chinos de SAIC se hicieron con su legado británico, la firma ha cambiado de rumbo y ha desembarcado en Europa como un elefante en una cacharrería. Primero fue el ZS, luego el eléctrico MG4, y ahora llega el MG3 con una propuesta que, si nada se tuerce, va a arrasar.
Porque el MG3 no viene a buscarse un hueco, sino a dar codazos en la categoría más reñida: la de los utilitarios asequibles. Mientras otras marcas tiran la toalla con los coches pequeños por culpa de las normativas y los márgenes de beneficio, MG se planta en los concesionarios con una alternativa gasolina-híbrida que cuesta poco, va bien y promete ser difícil de ignorar.
¿Y qué ofrece exactamente? ¿Qué lo hace tan atractivo? Pues vamos al grano: estas son las tres cosas más importantes que debes saber si estás pensando en comprarte uno. Porque no se trata solo del precio. El MG3 tiene más chicha, y aquí te lo explicamos.
El MG3 no es un eléctrico, ni un microhíbrido de esos que no sirven para nada. Lo que lleva debajo del capó es un sistema híbrido completo (HEV), como los de Toyota. Combina un motor gasolina de 1.5 litros con un motor eléctrico que se encarga de mover el coche la mayor parte del tiempo en ciudad, y dan una potencia combinada de 194 CV, que es una cifra sorprendente para un coche de este tamaño y precio.
Además, el sistema prioriza siempre el uso del motor eléctrico cuando puede, lo que se traduce en consumos muy reducidos. La respuesta en ciudad es suave, sin tirones ni ruidos raros, y en carretera tiene fuerza de sobra para adelantar sin sudar tinta.
Esto es lo mejor: no hace falta enchufarlo. No necesitas punto de carga ni estar pendiente de la autonomía eléctrica. Es un híbrido clásico, que se recarga solo con la frenada regenerativa y el propio motor térmico.
Este año MG ha lanzado una versión puramente gasolina del MG3 que complementa a la híbrida y amplía aún más la gama. Una alternativa pensada para quienes no quieren complicaciones con sistemas eléctricos, enchufes ni baterías, y buscan un coche sencillo, asequible y fácil de mantener. Esta versión puede tener especial tirón entre conductores más tradicionales o jóvenes que se enfrentan a su primer coche.
Monta un motor atmosférico de 1.5 litros y cuatro cilindros, sin turbo ni florituras, que desarrolla 116 CV y un par máximo de 148 Nm. No es una cifra que impresione sobre el papel, pero mueve con soltura los poco más de 1.200 kilos del MG3, especialmente en ciudad. La respuesta es progresiva, sin sobresaltos ni vacíos, y la conducción resulta agradable si no se le exige demasiado en carretera abierta. En este sentido, es un coche que va más de lo que parece.
En cuanto a consumos, homologa una media de 6,1 litros a los 100 km, que pueden subir ligeramente si vas con alegría o haces trayectos urbanos con frecuencia. Eso sí, aquí no hay etiqueta ECO: el gasolina lleva la Etiqueta C de la DGT, lo que puede limitar su acceso a ciertas zonas urbanas en episodios de alta contaminación. No es un drama hoy por hoy, pero conviene tenerlo en cuenta si vives en una gran ciudad con restricciones. A cambio, es más barato: arranca en unos 14.000 euros, lo que lo convierte en uno de los utilitarios nuevos más accesibles del mercado.
Lo que ha hecho que todos se giren a mirar el MG3 es su precio: parte de unos 19.900 euros, y con las ayudas del Plan MOVES puede quedarse por debajo de los 18.000 en algunas comunidades. Un coche híbrido, con casi 200 caballos y etiqueta ECO, por ese precio… cuesta no tomárselo en serio. La versión gasolina es aún más barata y se planta en 14.000 euros.
Pero no solo es barato, también viene bien equipado. De serie incluye una pantalla táctil de 10,25 pulgadas, cámara de marcha atrás, climatizador, control de crucero adaptativo y un paquete de asistentes a la conducción que ya querrían otros modelos más caros. Sí, algunos plásticos del interior son algo duros y el logo aún no impone demasiado, pero en cuanto a funcionalidad, cumple con nota.
A eso súmale una garantía de 7 años o 150.000 kilómetros, y tienes una de las ofertas más competitivas del mercado. Se mire por donde se mire, MG lo ha afinado todo.
El MG3 no pretende ser un coche deportivo, pero no va nada mal. La dirección es rápida, el coche se nota ligero y ágil en ciudad, y la suspensión es cómoda sin ser blanda. No tiene el refinamiento de un Renault Clio ni la precisión de un Mazda2, pero se sitúa en un punto muy equilibrado que convence al común de los mortales.
Además, no va justo de espacio. Las plazas traseras permiten viajar sin tener que encogerse, y el maletero de 293 litros no es para tirar cohetes, pero cumple con lo esperado en este segmento. Como coche único para alguien que vive en ciudad pero quiere escaparse de vez en cuando, da perfectamente la talla.
En definitiva, el MG3 viene a demostrar que aún se puede hacer un coche pequeño, razonable y agradable de conducir sin que se dispare el presupuesto. Y con el panorama actual, eso ya es mucho decir.