PARA MEJORAR LA MOVILIDAD
Son muchos los coches que dentro de poco tiempo -o incluso ya- verán su movilidad reducida en las grandes ciudades debido a la entrada en funcionamiento de las Zonas de Bajas Emisiones. Sin embargo, ciertas modificaciones en los vehículos pueden dar a muchos de ellos una "segunda vida".
Las etiquetas ambientales, que llevan con nosotros ya varios años, juegan un papel importante en la regulación y gestión del tráfico urbano y la contaminación atmosférica. Estas etiquetas, implementadas por la Dirección General de Tráfico (DGT), clasifican los vehículos según sus niveles de emisiones y eficiencia ambiental. La etiqueta más deseada es la etiqueta CERO, reservada para vehículos eléctricos puros e híbridos enchufables. Le siguen las etiquetas ECO y C, asignadas a vehículos híbridos no enchufables o microhíbridos y vehículos equipados con motores de combustión sin ningún tipo de electrificación, respectivamente.
Por otro lado, los vehículos con emisiones más altas reciben la etiqueta B, que indica que su potencial contaminante es mayor, así como el conocido como distintivo A, o lo que es lo mismo, aquellos que han sido homologados bajo normativas anticontaminación demasiado antiguas y, por tanto, contaminan tanto que no reciben ningún tipo de distinción en forma de etiqueta ambiental. Estos vehículos, en especial los que no cuentan con ningún distintivo, se enfrentan ya a numerosas restricciones de circulación, unas restricciones que en poco tiempo también afectarán a los vehículos con etiqueta B.
Sin embargo, no todo está perdido: hay muchos vehículos que aún pueden aspirar a una "segunda vida" tras someterse a una transformación con la que aumentar su vida útil. No se trata de un proceso nuevo, de hecho se lleva realizando muchos años, pero desde la entrada en funcionamiento de las etiquetas ambientales, cada vez cuenta con más adeptos.
Estamos hablando de la adaptación a Gas Licuado de Petróleo (GLP), un proceso mediante el cual el vehículo se adapta para que su motor sea capaz de funcionar haciendo uso tanto de combustibles tradicionales como usando GLP. Este proceso, que se puede llevar a cabo en numerosos talleres autorizados para ello, tiene un coste medio de unos 2.000 euros, aunque es posible conseguir alguna que otra promoción para rebajar algo ese coste.
Este proceso tiene dos ventajas fundamentales: la primera es que el coste de uso es sensiblemente menor, ya que si bien el consumo medio del motor aumenta del orden del 10%, el precio del GLP es inferior a 1€/litro, por lo que la rebaja en el coste de uso ronda el 40%.
Por otro lado, al realizar la transformación estos vehículos pasan a estar calificados como "etiqueta ECO" por parte de la DGT, con todas las ventajas que ello conlleva. Eso sí, para que este proceso sea así y recibamos el distintivo ECO de la DGT es necesario que nuestros vehículos cumplan una serie de premisas: