Mazda sigue creciendo. Y lo hace en una de las categorías que más alegrías le ha traído a la marca japonesa en los últimos años, la del SUV y el crossover. Tras el éxito del Mazda CX-5 los concesionarios de la marca de Hiroshima han acogido con los brazos abiertos a un nuevo integrante, el
Mazda CX-3, un todocamino de dimensiones muy contenidas, más enfocado para un uso urbano, más asequible, más ahorrador, pero no por ello menos elegante, o menos distinguido en cuanto a calidad y equipamiento se refiere. Nosotros ya lo hemos probado, y esta es nuestra crónica al respecto del pequeño crossover nipón.
¿Qué es el Mazda CX-3?
Somos conscientes de que cada vez es más complicado encasillar a un automóvil por su tamaño, y que resulta más apropiado hacerlo por la practicidad que en él pueden hallar los clientes. El Mazda CX-3 es un todocamino de dimensiones muy compactas, derivado en cierta medida de un utilitario del segmento B, del Mazda 2. En cualquier caso, es grande para encasillarlo como SUV del segmento B, como rival del Nissan Juke, y pequeño para hacer lo propio encasillándolo como SUV del segmento C, como el Nissan Qashqai.
Por dimensiones, el Mazda CX-3 se sitúa a medio camino entre Juke y Qashqai. Su espacio de carga, en cualquier caso, es el mismo que ofrece un Mazda3. Es decir, 350 litros de volumen de carga en el maletero.
Pero si por algo destaca el nuevo Mazda CX-3 es precisamente por su diseño. Mazda ha recurrido a las claves estéticas que ya ha empleado en el resto de la gama, en sus hermanos mayores, pero también en el benjamín de la casa, en el Mazda 2. Cabe destacar el atrevimiento de su frontal, con una gran parrilla delantera y un borde cromado que, como si de unas alas se tratasen, se extiende hasta el interior de los faros. También destaca el diseño de su pilar trasero flotante en la zaga, una ruptura de la línea de techo para enlazar con un portón trasero cuya luneta surge como prolongación de la línea lateral acristalada. Esa sensación distinguida, de calidad, aumenta incluso más si recurrimos a las líneas más destacadas que llegan incluso a equipar llantas de 18”.
Mazda nos confiesa que la mayoría de sus ventas responderán al siguiente retrato: un Mazda CX-3 diésel, con cambio manual, y de tracción delantera. El motor más destacado, a nuestro juicio, es el mismo que hemos escogido para esta prueba, un
1.5 SKYACTIV-D, diésel y con 105 CV de potencia. Su consumo oficial homologado, con tracción delantera y cambio manual, es de 4.0 litros/100 kilómetros. En la práctica los consumos estarán sobre los 5 litros/100 kilómetros, en recorridos mixtos, y muy cerca de esa cifra si circulamos por carretera, a velocidades legales, y sin demasiada carga a bordo. En definitiva, consumos muy correctos para un vehículo de estas características. El motor diésel escogido para este modelo es más que suficiente, en cuanto a potencia y prestaciones. Es un diésel agradable, y todo lo suave y alegre que cabría esperar en un motor de su tamaño y potencia. Sin duda es el motor más apropiado para un Mazda CX-3. En cualquier caso hemos de decir que no goza del tacto agradable y la elasticidad que tanto nos sorprendió, hasta convertirlo en uno de nuestros diésel favoritos, en el SKYACTIV-D 2.2 de 150 CV que emplean sus hermanos mayores, empezando por el Mazda CX-5. En cuanto a su conducción es un coche agradable, que como buen todocamino prima situar el puesto de conducción en una posición alta para dominar la carretera. Es un coche ágil, que aporta más estabilidad y confianza al conductor en tramos revirados que otros pequeños todocamino, como Renault Captur o, sin ir más lejos, su compatriota el Honda HR-V. Es un coche que, en sus reacciones, y en su manejo, se muestra muy ligero, probablemente gracias a que el uso de aceros de alta resistencia en carrocería y otras piezas alcance un 63% del acero total empleado en su construcción. Pensemos que el Mazda CX-3 1.5 SKYACTIV-D marca sobre la báscula 1.200 kilogramos, menos incluso que un Nissan Juke diésel, aún siendo más grande que este.
El Mazda CX-3 también se comercializa con dos motores de gasolina, atmosféricos, de 120 y 150 CV de potencia. Dos opciones muy interesantes que no deberías descartar, salvo que el objeto de la compra de este CX-3 sea un coche para hacer del orden de decenas de miles de kilómetros cada año.
Otro de los aspectos que más nos ha gustado del Mazda CX-3 ha sido el de la calidad percibida. Desde el modelo más básico de la gama ya nos encontramos con un entorno de calidad, y buenos ajustes, a bordo. Una sensación que se acentúa, y de qué manera, cuando optamos por las versiones Luxury y Luxury Premium. La Luxury Premium es precisamente la que equipaba nuestra unidad de pruebas. Piensa que el Mazda CX-3 arranca con una versión
Style que ya goza de un equipamiento elevado para un todocamino de dimensiones muy contenidas, incluyendo Bluetooth, botón de arranque, control de crucero, elevalunas delanteros y traseros, sistema de frenada de emergencia en ciudad y llantas de aleación de 16”. La línea
Luxury añade un pequeño pero práctico Head-Up Display, que proyecta la velocidad, e indicaciones del navegador, sobre el cuadro de mandos, cerca de nuestra línea de visión. El navegador y el sistema MZD Connect con pantalla táctil de 7” e interfaz giratoria en la consola central, que eran opcionales en el Style, son de serie en Luxury. La línea Luxury también incluye equipo de sonido Bose de 7 altavoces, cámara de visión trasera, sensor de lluvia y luces, sensor de parking trasero, faros full LED y faros antiniebla delanteros LED. Y con
Luxury Premium además añadiremos unos tapizados de piel realmente exquisitos, que como se aprecia en la imagen superior se extienden al salpicadero, en un tono blanco en contraste con la sección de tapizado en Alcantara que encontramos en la base y los respaldos de los asientos. Es esa calidad percibida, esa calidad de los materiales y los acabados, la que probablemente marque mayores diferencias entre el Mazda CX-3 y sus rivales.
A día de hoy el Mazda CX-3 está disponible desde 18.545€, con tracción delantera y motor de gasolina de 120 CV. Con motor diésel puede adquirirse, y bien equipado, en torno a 21.700€, con diferentes alternativas que exigen financiación en 36 cuotas. Definitivamente no es un modelo económico, si lo comparamos con algunos SUV de tamaño pequeño, y su espacio de carga no es suficiente para que nos ofrezca la practicidad de un todocamino de dimensiones compactas como el Nissan Qashqai. Pero de lo que no cabe la menor duda es de que estamos ante un todocamino de gran calidad, que como producto, en general, quizás sea el mejor de su categoría.