A los mandos de la última actualización del Toyota GT86
Ponemos a prueba el Toyota GT86 2018, disponible desde 34.490 euros
Seamos francos, si estás leyendo esta prueba sobre el Toyota GT86 es que tú, como yo, eres un petrolhead y muy posiblemente estés barajando la posibilidad de llevar a tu garaje este concentrado de diversión al volante. Subaru y Toyota no se unieron porque sí, algo saben de fabricar coches deportivos y lo cierto es que en esta última evolución que probamos hoy muy posiblemente hayamos encontrado la receta perfecta.
El Toyota GT86 es la visión de Toyota sobre esta base compartida con Subaru. Diremos que GT86 y BRZ son el mismo coche, pero lo cierto es que que la diferencia existe y está donde debe, en los detalles. Pese a compartir la misma base, cada fabricante apostó por una configuración independiente de dirección, suspensión, frenos, etc. lo cual aporta matices a tener en cuenta. Ambos son coches que venden diversión y lo cierto es que durante nuestra semana a los mandos del GT86 nos lo hemos pasado en grande.
La evolución del GT86 nos ha llevado a ver como este deportivo de 2+2 plazas ha ido introduciendo mejoras y cambios acorde a las sensaciones de clientes, periodistas y pilotos, siendo la introducción del nuevo equipo de frenos Brembo uno de los cambios más reseñables e importantes debido al excepcional funcionamiento que brindan. La receta, por si no la conoces, nos habla de un grupo motopropulsor compuesto por un motor bóxer de 4 cilindros, con 2 litros, aspiración atmosférica y 200 CV de potencia máxima a 7.200 rpm. A él se une un cambio manual de 6 relaciones con envío hacia el tren posterior a través de un diferencial Torsen. Las ayudas electrónicas están, pero éstas han sido calibradas pensando en disfrutar de la trasera, motivo por el que el ESP ofrece tanto un modo Track como la posibilidad de desconectarlo por completo.
No os vamos a engañar, el Toyota GT86 es un coche fabricado por y para negociar cada curva con un sobreviraje, más o menos acusado en función de tu estilo de conducción, pero siempre con mucha nobleza por parte de un chasis muy bien puesto a punto y unas niñeras que dan bastante juego. El GT86 no es un coche radical o excesivo en sus reacciones, es un coche que transmite y que sabe comunicar qué está sucediendo en todo momento. Aún así sí que es cierto que no es un coche para todos los públicos, pues además de un propulsor que hay que saber gestionar para sacar su quinta esencia – hay que llevarlo muy, muy arriba -, también goza de una trasera que hay que entender para no llevarnos más de un susto. ¡Nos encanta!
Podemos resumir el carácter del Toyota GT86 con la afirmación de que “ya no se fabrican coches así”, y siendo sinceros la verdad es que por comportamiento y planteamiento no existen rivales directos. Tanto Toyota como Subaru crearon este coche como homenaje a un concepto de deportivo ya extinto, propio de otras décadas donde los turbocompresores y las ayudas eran rarezas, de ahí que sea un coche muy especial dirigido a conductores muy puristas que valoren esas “cualidades” por encima de otras.
Y es que el Toyota GT86 no es un coche perfecto. Su idea de deportivo para todos los días es válida, pero no podemos pasar por alto que su habitáculo rara vez permitirá acomodar 4 pasajeros por el escaso espacio disponible para las piernas en las plazas traseras. Del mismo modo nos encontramos un habitáculo bien construido, pero con materiales y mandos sencillos, plásticos duros en su mayoría, que inevitablemente dan aspecto de coche “modesto”. En esta última evolución se han mejorado algunos materiales, encontramos piel y alcántara en algunas zonas además de los asientos, pero los lujos ni están, ni se les espera.
La prioridad en el diseño de su interior se ha centrado en fabricar un puesto de conducción óptimo, con todos los mandos al alcance y una visión centrada únicamente en negociar cada curva sin moverte un ápice. Desde parado ya sientes como el coche encaja como un guante en tu cuerpo para tal fin y es el momento de buscar sus 200 CV cuando te percatas que este coche es todo cuanto no se ve a primera vista. Bajo su piel, un diseño también muy conseguido, es donde reside la magia de este coche, no apto para todos los públicos cierto, pero imposible no enamorarse a poco que te guste conducir.